31 de agosto de 2020
A la vera del camino, por donde pasa la procesión hace dos milenios, están de pie los que ahora viven y esperan la procesión del Redentor. Allí están los perezosos, los curiosos, los tibios, los que se zambulleron en el placer sin sentido; la mirada de Cristo Redentor resbala tristemente sobre ellos, pues no encuentran profundidad espiritual. Allí están los indiferentes; tranquilos, porque nadie los empuja a seguir la marcha. Allí están los rencorosos, que, al acercarse Cristo, cogen piedras con sus manos, caprichosos y egoístas. Pero allí están también los que esperan con anhelo, los pueblos lejanos y medio salvajes, que gozosos entrarían en el reino de Dios y rezan: “Venga a nosotros tu reino”. Ven, ven, Señor Jesús… Y también están los fieles, millones y millones de fieles, los que saben de sacrificios, los hijos verdaderos de Jesucristo… Y entre todos, en medio de esta gran muchedumbre, estás tú, joven o mayor. Estás tú. Pero, ¿en qué grupo? ¿Entre quienes? ¿Entre los fríos? ¿Ent...