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Mostrando entradas de abril, 2020

30 de abril de 2020

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Evangelio (Jn 6,44-51 Jesús dijo a la gente: «(…)  Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre;  y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».  Hoy, las palabras de Jesús revelan cómo podemos "alimentarnos" de Dios y vivir de  Él: Dios se hace "pan" para nosotros, ante todo, en la encarnación del Logos (la  Imagen de Dios, el Hijo de Dios). ¡La Palabra se ha hecho Carne! El Logos se hace  uno de nosotros y entra así en nuestro ámbito, en aquello que nos resulta  accesible.    Pero por encima de la encarnación de la Palabra, es necesario todavía un paso más,  que Jesús menciona en las palabras finales de su sermón: su carne es vida "para"  el mundo (cf. 6,51). Con esto se alude, más allá del acto de la encarnación, al  objetivo interior y a su última realización: la entrega que Jesús hace de sí mismo  hasta la muerte y el misterio de la Cruz.  —Jesús se hace hombre para entregarse y ocupar el l

29 de abril de 2020 Miércoles III de Pascua

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Evangelio (Jn 6,35-40 Jesús dijo a la gente: «Yo  soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no  tendrá nunca sed.  Hoy vemos cuánto le preocupan a Dios nuestro hambre y nuestra sed. ¿Cómo  podríamos continuar pensando que Dios es indiferente ante nuestros sufrimientos?  Más aún, demasiado frecuentemente "rehusamos creer" en el amor tierno que Dios  tiene por cada uno de nosotros. Escondiéndose a Sí mismo en la Eucaristía, Dios  muestra la increíble distancia que Él está dispuesto a recorrer para saciar nuestra  sed y nuestro hambre. El Papa Francisco, el entonces Cardenal  Bergoglio, en una homilía del Corpus Christi, dijo: «Así como es lindo después de  comulgar, pensar nuestra vida como una Misa prolongada en la que llevamos el  fruto de la presencia del Señor al mundo de la familia, del barrio, del estudio y del  trabajo, así también nos hace bien pensar nuestra vida cotidiana como preparación  para la Eucaristía, en la que el

28 de abril de 2020 Martes III de Pascua

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Texto del Evangelio (Jn 6,30-35 la gente dijo a Jesús: «¿Qué  señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas?  Hoy, el problema de los oyentes de Jesús son las pruebas de su divinidad. El Señor  les recuerda el milagro del maná, que alimentó a los hebreos en su travesía del  desierto, después de aquella hambruna inolvidable. El mismo Dios que guió a su  pueblo en el Antiguo Testamento, sigue ahora llamándolo y protegiéndolo. El maná  fue un signo de la misericordia divina que culminará en la Eucaristía, dentro de una misma historia de Amor. Es bastante mezquino condicionar nuestra creencia a que Dios se nos imponga con  señales (¿eso es fe?). Se marchita la rosa, cae la hoja. ¿Para esto nacemos? ¿Este es el fin de la vida? ¿No hay nada más? ¿En vano cree y espera el hombre? Es éste el problema ha atormentado a los hombres en el transcurso de la historia, y les sigue atormentando. Pero hay una respuesta; oigámosla: “La madre solloza besando la tumba. Se encenderá

27 de abril de 2020 Lunes III de Pascua

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Evangelio (Jn 6,22-29 Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado».  La pregunta es: ¿Dónde se encuentra Jesús? Los discípulos han marchado sin Jesús, y, sin duda, Jesús allá no está. ¿Dónde está, pues? Afortunadamente, la gente puede subir a unas barcas que han ido llegando, y zarpan en busca del Señor a Cafarnaúm. Jesús no pide una multiplicación de obras buenas, sino que uno tenga fe en aquel que Dios Padre ha enviado. Porque con fe, el hombre realiza la obra de Dios. Por esto designó la fe misma como obra. En María tenemos el mejor modelo de amor manifestado en obras de fe. Según una leyenda antigua, trescientos años después de morir el gran Doctor de la Iglesia, San Agustín, se encontraba arrodillado un monje ante la tumba del Santo y, mientras oraba, tuvo esta visión. Le parecía ver a San Agustín en la puerta del cielo con los ojos llenos de asombro, sin atreverse a pa

26 de abril de 2020 Domingo III de Pascua

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Evangelio (Lc 24,13-35) «Aquel mismo día, el domingo»  «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!».  Pascua es como un gran domingo de cincuenta días. ¡Si supiésemos la importancia que tiene este día en la vida de los cristianos! «Hay motivos para decir, como sugiere la homilía de un autor del siglo IV (el Pseudo Eusebio de Alejandría), que el „día del Señor‟ es el “señor de los días‟ (…). Ésta es para los cristianos la “fiesta primordial”» (Juan Pablo II). El domingo, para nosotros, es como el seno materno, cuna. ¡Si entreviéramos la luz y la poesía que lleva! Entonces afirmaríamos como aquellos mártires de los primeros siglos: «No podemos vivir sin el domingo». “No moriré del todo”, escribió HORACIO, el gran poeta latino,refiriéndose a su fama literaria. Esto, que él aplicaba solamente ala fama, refleja el afán instintivo de toda la humanidad por vivir para siempre, por ser inmortal. Pero un cristiano lo hace realidad. “No moriré del todo.” ¡Viviré después

25 de abril de 2020 Sábado II de Pascua

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Evangelio: Jn 6,16-21. Ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero Él les dijo: «Soy yo. No temáis».   Al andar sobre las aguas, Jesucristo está mostrando su señorío sobre las cosas creadas. Pero también podemos ver una escenificación de su dominio sobre el Maligno, representado por un mar embravecido en la oscuridad. «No temáis» (Jn 6,20), les decía Jesús en aquella ocasión. «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), les dirá después en el Cenáculo. Finalmente, es Jesús quien dice a las mujeres en la mañana de Pascua, después de levantarse del sepulcro: «No tengáis miedo». Nosotros, por el testimonio de los Apóstoles, sabemos de su victoria sobre los enemigos del hombre, el pecado y la muerte. Por esto, hoy, sus palabras resuenan en nuestro corazón con una fuerza especial, porque son las palabras de Alguien que está vivo. Cuando el gran convertido inglés, el Cardenal NEWMAN, sintió la cercanía de la muerte en el año 1890, hizo salir

24 de abril de 2020 Viernes II de Pascua

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Evangelio: Jn 6,1-15. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban. Al contemplar esos “signos de los tiempos”, no queremos pasividad (pereza, languidez por falta de lucha...), sino esperanza: el Señor, para hacer el milagro, quiere la dedicación de los Apóstoles y la generosidad del joven que entrega unos panes y peces. Jesús aumenta nuestra fe, obediencia y audacia, aunque no veamos enseguida el fruto del trabajo, como el campesino no ve despuntar el tallo después de la siembra. «Fe, pues, sin permitir que nos domine el desaliento; sin pararnos en cálculos meramente humanos. Para superar los obstáculos, hay que empezar trabajando, metiéndonos de lleno en la tarea, de manera que el mismo esfuerzo nos lleve a abrir nuevas veredas» (San Josemaría) Luis VEUILLOT (1813-1883), el gran periodista católico francés, compuso para su propio epitafio: “Después de la oración final, colocad sobre mi tumba una pequeña cruz, y en memoria mía no

23 de abril de 2020 Jueves II de Pascua

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Evangelio: Jn 3,31-36. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él».  Servicio y testimonio siempre van juntos, el uno y el otro se identifican. Nuestro mundo tiene necesidad de aquello que es auténtico: ¿qué más auténtico que las palabras de Dios?, ¿qué más auténtico que quien «da el Espíritu sin medida» (Jn 3,34)? Es por esto que «el que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz» (Jn 3,33). “Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; en cambio, «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36)..., mientras no crea. ¡Qué distinta nos parecería una galería de arte si pudiéramos tomar prestados los ojos de un artista! Y ¡qué distinto nos parecería el mundo, la vida presente, nuestras preocupaciones y afanes,

22 de abril de 2020 Miércoles II de Pascua

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Evangelio: Jn 3,16-21. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.  La mañana del día de Pascua, en la primera aparición, Tomás no estaba. «Pasados ocho días», no obstante su rechazo a creer, Tomás se une a los otros discípulos. La indicación está clara: lejos de la comunidad no se conserva la fe. Lejos de los hermanos, la fe no crece, no madura. En la Eucaristía de cada domingo reconocemos su Presencia. También nosotros hemos de sentir hoy personalmente la invitación de Jesús a Tomás: «No seas incrédulo, sino fiel» (Jn 3,21). Nos va la vida en ello, ya que «el que cree en Él, no es juzgado» (Jn 3,18), sino que va a la luz. Haz de tu vida una canción de amor, una canción con las pequeñas cosas de cada día. No esperes a hacer grandes cosas. Vive el momento presente con amor y con ilusión. Haz bien lo que haces. No hagas las cosas a medias. Hazlo todo por amor a Dios, como si fueras un arroyito p

21 de abril de 2020 Martes II de Pascua

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Evangelio: Jn 3,7-15. «No te asombres de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu». Dice el Señor con claridad; es necesaria una nueva vida para poder entrar en la vida eterna. No es suficiente con un ir tirando para llegar al Reino del Cielo, se necesita una vida nueva regenerada por la acción del Espíritu de Dios. Él que ha sufrido hasta derramar la última gota de sangre por nosotros. Gracias al Espíritu que nos enviará, nosotros «podemos subir al Reino de los Cielos, por Él obtenemos la adopción filial, por Él se nos da la confianza de nombrar a Dios con el nombre de “Padre”, la participación de la gracia de Cristo y el derecho a participar de la gloria eterna» (San Basilio el Grande) La estatua de mármol  Uno de los monumentos en mármol del célebre camposanto de Génova representa a un padre muerto colocado en un ataúd y, delante de él, a su

20 de abril de 2020 Lunes II de Pascua

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Evangelio: Jn 3,1-8. Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.  Hace muy pocos días celebrábamos la vigilia pascual. Una parte integrante de ella era la celebración de Bautismo, que es la Pascua, el paso de la muerte a la vida. La bendición solemne del agua y la renovación de las promesas fueron puntos clave en aquella noche santa. Una bella fórmula de san Pablo podría ser nuestro lema de reflexión y acción, sobre todo en este tiempo pascual: «¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con Él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva» (Rom 6,3-4). Toma tu vida con cariño entre tus manos y mira siempre adelante, sigue avanzando, no te detengas, no te desanimes. Dios te espera al final de

19 de abril de 2020 Domingo II de Pascua

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Evangelio: Jn 20,19-31. Tomás, uno de los Doce, les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».  Por designio del Papa Juan Pablo II, este domingo se llama Domingo de la Divina Misericordia es la manifestación amorosa de Dios en una historia herida por el pecado. “Misericordia” proviene de dos palabras: “Miseria” y “Cor”(Corazón). Dios pone nuestra mísera en su corazón de Padre, que es fiel a sus designios.  «Para redimir al esclavo ha sacrificado al Hijo», hemos proclamado en el Pregón pascual de la Vigilia. Y, una vez resucitado, lo ha constituido en fuente de salvación para todos los que creen en Él. Por la fe y la conversión acogemos el tesoro de la Divina Misericordia. Y, mientras examinaba atentamente las lámparas, se dio cuenta de que a su lado había una figura alta, blanca, silenciosa, vestida de blanco, con un manto largo y suelto. Sintió un poco de miedo, pero la fig

18 de abril de 2020 Sábado de la octava de Pascua

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Evangelio: Mc 16,9-15. Estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón. Los discípulos tenían ante sí el anuncio inédito de la Resurrección y, en cambio, prefieren continuar compadeciéndose de ellos mismos. Hemos pecado, ¡sí! Le hemos traicionado, ¡sí! Le hemos celebrado una especie de exequias paganas, ¡sí! De ahora en adelante, que no sea más así: después de habernos golpeado el pecho, lancémonos a los pies, con la cabeza bien alta mirando arriba, y... ¡adelante!, ¡en marcha tras Él!, siguiendo su ritmo. Ha dicho sabiamente el escritor francés Gustave Flaubert: «Creo que si mirásemos sin parar al cielo, acabaríamos teniendo alas». El hombre, que estaba inmerso en el pecado, en la ignorancia y en la tibieza, desde hoy y para siempre ha de saber que, gracias a la Resurrección de Cristo, «se encuentra como inmerso en la luz del mediodía». CONSEJOS DE UN MAESTRO Cuentan que un discípulo cuyo matrimonio estaba atrave

17 de abril de 2020 Viernes de la octava de Pascua

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Evangelio: Jn 21,1-14. Le dice Jesús: «Muchachos, ¿no tenéis pescado?» Ésta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.  ¡Aquella noche no pescaron nada! Cuando al amanecer aparece Jesús, no le reconocen hasta que les pide algo para comer. Al decirle que no tienen nada, Él les indica dónde han de lanzar la red. A pesar de que los pescadores se las saben todas, y en este caso han estado bregando sin frutos, obedecen. «¡Oh poder de la obediencia! —El lago de Genesaret negaba sus peces a las redes de Pedro. Toda una noche en vano. —Ahora, obediente, volvió la red al agua y pescaron (...) una gran cantidad de peces. —Créeme: el milagro se repite cada día» (San Josemaría). ¿Existe Dios?   Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y recortarse la barba, como es costumbre. En estos casos entabló una amena conversación con la persona que le atendía. Hablaban de tantas cosas y tocaron muchos temas. De pronto, tocaron

16 de abril de 2020 Jueves de la octava de Pascua

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Evangelio: Lc 24,35-48. Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». y les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?  Él no es un fantasma, es totalmente real, pero, a veces, el miedo en nuestra vida va tomando cuerpo como si fuese la única realidad. San Gregorio Nacianceno nos exhorta: «Debiéramos avergonzarnos al prescindir del saludo de la paz, que el Señor nos dejó cuando iba a salir del mundo. La paz es un nombre y una cosa sabrosa, que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a los filipenses: ‘La paz de Dios’; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los efesios: ‘Él es nuestra paz’». Pasaba un día Pío XI a lo largo de las filas de peregrinos durante una audiencia, cuando sus ojos se fijaron en un muchacho ciego. El papa se detuvo y alzó su anillo hasta los labios del chico, el cual empezó a temblar de emoción mientras saltaban lágrimas de sus ojos vacíos. —Querido — díjole el Papa con tono consolad

15 de abril de 2020 Miércoles de la octava de Pascua

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Evangelio: Lc 24,13-35. Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!». Ellos,  le habían conocido en la fracción del pan.  El icono de los discípulos de Emaús nos sirve para guiar el largo camino de nuestras dudas, inquietudes y a veces amargas desilusiones. El divino Viajante sigue siendo nuestro compañero para introducirnos, con la interpretación de las Escrituras, en la comprensión de los misterios de Dios. Cuando el encuentro se vuelve pleno, la luz de la Palabra sigue a la luz que brota del «Pan de vida», por el cual Cristo cumple de modo supremo su promesa de «yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). El Papa Benedicto XVI explica que «el anuncio de la Resurrección del Señor ilumina las zonas oscuras del mundo en el que vivimos». Estáis en medio de un aposento cerrado y, por poquito que abráis la puerta o ventana, se cuela un rayo de sol. Así Jesús. por cualquie

14 de abril de 2020 Martes de la octava de Pascua

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Evangelio:Jn 20,11-18. Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.  ¿Por qué lloras? ¿Podemos poner nombre a lo que nos hace sufrir? ¿Por qué a veces la vida nos parece tan dura? ¿Por qué la alegría dura tan poco? ¿Por qué nos cansamos de hacer el bien? ¿Por qué nos duele tanto el mal de este mundo ante el que nos sentimos impotentes? ¿A quién buscas? ¿Qué anhelamos, en el fondo, cuando esperamos una llamada telefónica, cuando mendigamos una sonrisa, cuando queremos que todas las piezas de nuestro mosaico encajen, cuando hacemos un favor a otra persona? ¿Qué se esconde detrás de nuestro desasosiego, de nuestros sinsabores, de esa sensación de que las cosas no resultan como habíamos imaginado? Suéltame. Quisiéramos que Jesús fuera como una varita mágica, siempre al alcance de la mano, para ir cambiando las cosas a nuestro antojo. Y, sin embargo, el Resucitado es un amigo insumiso, que siempre está a nuestro lado, pero q

13 de abril de 2020 Lunes de la octava de Pascua

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Evangelio: Mt 28,8-15. Jesús: «No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». «No tengáis miedo», dice Jesús a las santas mujeres. ¿Miedo del Señor? Nunca, ¡si es el Amor de los amores! ¿Temor de perderlo? Sí, porque conocemos la propia debilidad. Por esto nos agarramos bien fuerte a sus pies. Como los Apóstoles en el mar embravecido y los discípulos de Emaús le pedimos: ¡Señor, no nos dejes! Y el Maestro envía a las mujeres a notificar la buena nueva a los discípulos. Ésta es también tarea nuestra, y misión divina desde el día de nuestro bautizo: anunciar a Cristo por todo el mundo, «a fin que todo el mundo pueda encontrar a Cristo, para que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida, con la potencia de la verdad (...) contenida en el misterio de la Encarnación y de la Redención, con la potencia del amor que irradia de ella» (Juan Pablo II). Newton  Preguntado Newton de que manera el hombre convertido en polvo podría componerse de nuevo p

12 de abril de 2020. Domingo de Pascua (Año A )

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Evangelio: Juan 20, 1-9. Estaban asustadas, sin saber qué hacer, cuando de pronto vieron a dos hombres... El gran signo que hoy nos da el Evangelio es que el sepulcro de Jesús está vacío. Ya no tenemos que buscar entre los muertos a Aquel que vive, porque ha resucitado. Y los discípulos, que después le verán Resucitado, es decir, lo experimentarán vivo en un encuentro de fe maravilloso, captan que hay un vacío en el lugar de su sepultura. Sepulcro vacío y apariciones serán las grandes señales para la fe del creyente. El Evangelio dice que «entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó» (Jn 20,8). Supo captar por la fe que aquel vacío y, a la vez, aquella sábana de amortajar y aquel sudario bien doblados eran pequeñas señales del paso de Dios, de la nueva vida. El amor sabe captar aquello que otros no captan, y tiene suficiente con pequeños signos. El «discípulo a quien Jesús quería» (Jn 20,2) se guiaba por el amor que había recibido de C

11 de abril de 2020

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“Cuando te sientes cansado y humillado, cuando te salten las lágrimas de los ojos, Yo te enjugaré Yo estaré a tu lado. Cuando los tiempos se vuelvan difíciles y no encuentres ya ningún amigo, Yo me tenderé, como puente, sobre las aguas embravecidas” (Simon y Garfunkel) La cruz ya está vacía. El Cielo y la Tierra han restablecido su comunicación. Cristo se ha convertido en puente por el que el hombre puede llegar al Cielo. Mira a Cristo y sus ojos te dirán: “Yo estoy siempre contigo”. Julián Escobar. | Lecturas del Día (+ Leer ). | Evangelio y Meditación (+ Leer ) | | Santo del día (+ Leer ) | Laudes (+ Leer ) | Vísperas (+ Leer ) |

10 de abril de 2020 Viernes Santo

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¿Somos insensibles ante el sufrimiento? ¿Ridiculizan lo esencial del Cristianismo por odio? Hace años un “artista”, para los clientes de un hotel de Nueva York fabricó imágenes de chocolate de Jesús crucificado y le dio por título sarcástico: “Dulce Jesús Mío”. En España otro enseñó a condimentar una imagen de Cristo crucificado en un microondas. ¡Valientes contra lo católico, sumisos con todo lo demás! ¡Valientes contra los que nos aman y perdonan, sumisos con los que tomarían represalias! El profeta Isaías dice: “aguantó nuestros pecados”. “Será humillado, desfigurado”. Los sufrimientos padecidos por Cristo, su muerte en Cruz, no fueron de chocolate, sino amargos y reales, padecidos por todos incluidos por los “artistas” que ridiculizan a Cristo y sus seguidores. ¡La victoria de Cristo es su perdón y el perdón de los cristianos, siempre ofrecido y más en el martirio! ...El niño que se hizo daño.... En el reino de los cielos, dice el Señor, pasa como ocurrió un día que un n

9 de abril de 2020 Jueves Santo

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Evangelio (Jn 13,1-15) Os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros . En la Santa Cena, al mismo tiempo que la Eucaristía, Cristo instituye el sacerdocio ministerial. Mediante éste, se podrá perpetuar el sacramento de la Eucaristía. Jesús nos da el mandamiento del amor: «Amaos unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34).  El amor cristiano se fundamenta en Cristo. Él nos ama hasta dar la vida: ésta ha de ser la medida del amor (la medida del amor es amar sin medida) del discípulo y señal la característica del cristiano.  Él es Amor y fuente de amor, que se nos da en el Pan Eucarístico. El lavatorio de los pies. Hay algo más que una lección de humildad en este gesto del Maestro. Permanece en mí, y yo en ti Yo sé que estás conmigo, porque todas las cosas se me han vuelto claridad: porque tengo la sed y el agua juntas en el jardín de mi sereno afán. Yo sé que estás conmigo, porque he visto en las cosas tu sombra, que es la paz; y se me han a

8 de abril de 2020

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Evangelio (Mt 26,14-25) ‘ El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’ » (Mt 26,18). El dueño de la casa, quizá, no fuera uno de los amigos declarados del Señor; pero debía tener el oído despierto para escuchar las llamadas “interiores”. Cuando oigamos la llamada hemos de “rendirnos”, dejando aparte los sofismas y aceptando con alegría ese “mensajero libertador”. El traidor que intenta esconder su crimen ante la mirada escudriñadora del Omnisciente. Lo había intentado ya el mismo Adán y, después, su hijo fratricida Caín, pero inútilmente. Antes de ser nuestro exactísimo Juez, Dios se nos presenta como padre y madre, que no se rinde ante la idea de perder a un hijo. A Jesús le duele el corazón no tanto por haber sido traicionado cuanto por ver a un hijo alejarse irremediablemente de Él. No llores si me amas... Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo... Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos

7 de abril de 2020

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Evangelio (Jn 13,21-33.36-38) Era de noche. El pecador es el que vuelve la espalda al Señor. San Agustín describe el pecado como «un amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios» . Una traición, fruto de « la arrogancia con la que queremos emanciparnos de Dios y no ser nada más que nosotros mismos; la arrogancia por la que creemos no tener necesidad del amor eterno, sino que deseamos dominar nuestra vida por nosotros mismos » (Benedicto XVI). Afortunadamente, el pecado no es la última palabra. Ésta es la misericordia de Dios. Pero ella supone un “cambio” por nuestra parte. Una inversión de la situación que consiste en despegarse de las criaturas para vincularse a Dios y reencontrar así la auténtica libertad. Sin embargo, no esperemos a estar asqueados de las falsas libertades que hemos tomado, para cambiar a Dios. Según denunció el padre jesuita Bourdaloue, «querríamos convertirnos cuando estuviésemos cansados del mundo o, mejor dicho, cuando el mundo se hubiera cansado de nosotros»

6 de abril de 2020

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Evangelio (Jn 12,1-11) Ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Ante la unción que hace María a su Señor, Judas protesta: « Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: ‘¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?’ » (Jn 12,4-5). María unge los pies de Jesús y los seca con sus cabellos, porque cree que es lo que debe hacer. Es una acción tintada de espléndida magnanimidad: lo hizo « tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro » (Jn 12,3). Es un acto de amor y, como todo acto de amor, difícil de entender por aquellos que no lo comparten. Creo que, a partir de aquel momento, María entendió lo que siglos más tarde escribiría san Agustín: «Quizá en esta tierra los pies del Señor todavía están necesitados. Pues, ¿de quién, fuera de sus miembros, dijo: ‘Todo lo que hagáis a uno de estos pequeños... me lo hacéis a mí? Vosotros gastáis aquello que os sobra, pero habéis hecho lo que es de agra

5 de abril de 2020 Domingo de Ramos

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+ Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo Mt 27, 11-54  Arrodíllate con frecuencia delante del crucifijo, levanta tus ojos a Jesucristo, que te mira con amor entrañable, y medita en silencio, con adoración muda, esta palabra: “Crucifixión”, Jesucristo fue crucificado por mi’..., por mi... El rey que jamas será destronado. Cuando Chateaubriand estaba en la agonía llegaban a sus oídos los gritos desacompasados de los revolucionarios que habían destronado a Carlos X De pronto se abrió la puerta y entró el sacerdote que le llevaba el santísimo viático. El ilustre escritor se incorporo como pudo y, al oír las palabras del ritual "He aquí a tu Rey, que llega a ti manso" contesto: — He aquí un Rey a quien los revolucionarios nunca podrán destronar. El misterio de la crucifixión de Cristo impresionó tanto a Napoleón  que vio en ella la prueba más espléndida de la divinidad de Jesús... “Ahora estoy en la isla de Santa Elena. ¿Dónde están, en mi desgracia, mis adula

4 de abril de 2020

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Evangelio (Jn 11,45-56) Jesús iba a morir por la nación, y  para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Las palabras negativas de Caifás, «os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación» (Jn 11,50), Jesús las asumirá positivamente en la redención obrada por nosotros. Jesús, el Hijo Unigénito de Dios, ¡en la Cruz muere por amor a todos!  ¡Cada hombre vale toda la sangre derramada por Jesucristo! «¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Oh feliz culpa que mereció tal Redentor!». Ojalá que nuestras palabras y acciones no sean impedimentos para la evangelización, ya que de Cristo nos manda: «Id y enseñad a todas las gentes» (Mt 28,19). "A veces tenemos que pasar por encima de nuestra ira, de nuestros celos, de nuestros sentimientos rechazo y seguir adelante. La tentación es quedarnos atascados en nuestras emociones negativas, palpándolas por todos lados, como si ése fuera el lugar al que

3 de abril de 2020

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Evangelio (Jn 10,31-42) ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme? Jesús habla de las obras que realiza. Pero todo parece inútil: es tan grande lo que Jesús intenta decir que  solamente lo podrán comprender los pequeños y sencillos, porque el Reino está escondido a los sabios y entendidos. Se alza la Cruz del Señor con toda su fuerza como estandarte verdadero, como única razón indiscutible: «¡Oh admirable virtud de la santa cruz! ¡Oh inefable gloria del Padre! En ella podemos considerar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del crucificado. ¡Oh, sí, Señor: atrajiste a ti todas las cosas cuando, teniendo extendidas todo el día tus manos hacia el pueblo incrédulo y rebelde (cf. Is 65,2), el universo entero comprendió que debía rendir homenaje a tu majestad!» (San León Magno). "Cada día tiene reservada una sorpresa. Pero solamente si estamos esperándola podremos verla, oírla o sentirla cuando viene. No tengamos miedo de recibir la sorpresa de cada día, sea tri

2 de abril de 2020

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Evangelio (Jn 8,51-59) Vuestro Padre Abraham se regocijó pensando en ver mi día; lo vio y se alegró . El cristianismo es más que un conjunto de reglas morales elevadas, como pueden ser el amor perfecto, o, incluso, el perdón. El cristianismo es la fe en una persona. Jesús es Dios y hombre verdadero. «Perfecto Dios y perfecto Hombre». San Hilario de Poitiers escribe en una bella oración: «Otórganos, pues, un modo de expresión adecuado y digno, ilumina nuestra inteligencia, haz también que nuestras palabras sean expresión de nuestra fe, es decir, que nosotros, que por los profetas y los Apóstoles te conocemos a ti, Dios Padre y al único Señor Jesucristo, podamos también celebrarte a ti como Dios, en quien no hay unicidad de persona, y confesar a tu Hijo, en todo igual a ti». Goza con lo que tienes... Olvida lo que te duele... Lucha por lo querríamos quieres... Valora lo que posees... Perdona a los que te hieren... Disfruta a los que te aman... Nos pasamos la vida esperando que

1 de abril de 2020

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Evangelio (Jn 8,31-42) Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. ¡Qué importante es referir nuestra vida siempre al Evangelio! Preguntémonos: ¿qué haría Jesús en esta situación que debo afrontar? ¿Cómo trataría a esta persona que me cuesta especialmente? ¿Cuál sería su reacción ante esta circunstancia? El cristiano debe ser —según san Pablo— “otro Cristo”: «Vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20). El reflejo del Señor en nuestra vida de cada día, ¿cómo es? ¿Soy su espejo? Decir la verdad no siempre es fácil. ¿Cuántas veces se nos escapan pequeñas mentiras, disimulamos, nos “hacemos los sordos”? A Dios no le podemos engañar. Él nos ve, nos contempla, nos ama y nos sigue en el día a día.  El pecado nos esclaviza. ¿Cómo se concreta nuestro afán diario por conocer al Maestro? ¿Con qué devoción leemos el Evangelio, por poco que sea el tiempo de que dispongamos? ¿Qué poso deja en mi vida, en mi día? ¿Se podría decir, viéndome, que leo la vida de Cristo?