11 de marzo de 2020
Evangelio (Mt 20,17-28)
El que quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor
Nuestras inclinaciones naturales nos mueven al deseo de dominar las cosas y a las personas, mandar y dar órdenes, que se haga lo que a nosotros nos gusta, que la gente nos reconozca. Pues bien, el camino que Jesús nos propone es el opuesto: Ser servidor, tal y como nos lo pide Jesús es imposible para nosotros. Queda fuera del alcance de nuestra pobre voluntad: hemos de implorar, esperar y desear intensamente que se nos concedan esos dones.
Una vez le pregunté a Satanás: "¿Pero por qué te asustas más cuando invoco a Nuestra Señora que cuando invoco a Jesucristo?" Me contestó: "Porque me humilla más ser derrotado por una criatura humana que ser derrotado por Él". P. Gabriele Amorth
San Felipe Neri, siendo niño riñó un día con una de sus hermanas. Su padre, que llegó en aquel instante, le reprendió severamente. Felipe se echó a llorar con amargura, no por la reprensión, sino por la falta que acababa de cometer, porque se figuraba que había causado grave ofensa a Dios. Tan profundo fue su dolor, que jamás recayó en esa falta. (Moisset.)
Quien tiene fe no teme el fracaso ante los hombres. Quien tiene fe no se extraña que sus oraciones y principios cristianos les parezcan ridículas a los ateos. ¡Hay que tener compasión de los ciegos de corazón.
El que quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor
Nuestras inclinaciones naturales nos mueven al deseo de dominar las cosas y a las personas, mandar y dar órdenes, que se haga lo que a nosotros nos gusta, que la gente nos reconozca. Pues bien, el camino que Jesús nos propone es el opuesto: Ser servidor, tal y como nos lo pide Jesús es imposible para nosotros. Queda fuera del alcance de nuestra pobre voluntad: hemos de implorar, esperar y desear intensamente que se nos concedan esos dones.
Una vez le pregunté a Satanás: "¿Pero por qué te asustas más cuando invoco a Nuestra Señora que cuando invoco a Jesucristo?" Me contestó: "Porque me humilla más ser derrotado por una criatura humana que ser derrotado por Él". P. Gabriele Amorth
San Felipe Neri, siendo niño riñó un día con una de sus hermanas. Su padre, que llegó en aquel instante, le reprendió severamente. Felipe se echó a llorar con amargura, no por la reprensión, sino por la falta que acababa de cometer, porque se figuraba que había causado grave ofensa a Dios. Tan profundo fue su dolor, que jamás recayó en esa falta. (Moisset.)
Quien tiene fe no teme el fracaso ante los hombres. Quien tiene fe no se extraña que sus oraciones y principios cristianos les parezcan ridículas a los ateos. ¡Hay que tener compasión de los ciegos de corazón.
Julián Escobar.
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