Viernes. Adviento. Lc 1, 46-56
¡Derriba a los soberbios!
María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”…
Los soberbios son ceros, sean como sean, y no depende de ellos sino del lugar que sean colocados. Así, dos ceros disentían cuál de los dos valían más. Uno era alto y delgado, el otro bajo y gordo. Otro cero les dijo: “¡Qué más da vuestra estatura o gordura, sois ceros como yo!”.
Diálogo de un sacerdote con el diablo:
- Yo, el diablo, te digo: “Tú te levantas temprano, pero yo no duermo nunca. Tú ayunas algunas veces, pero yo no como nunca. Solamente no puedo hacer una cosa: ser humilde”.
- Yo, pobre sacerdote, te digo: La humildad es la raíz de todas las demás virtudes cristianas. El humilde busca el bien de Dios y el bien de los demás, el soberbio todo lo que hace es en provecho propio.
Si lo prefiere puede descargar, para imprimir o editar, el Folleto Adviento 2017
Otros blog del autor: www.sendasparaelcorazon.org
María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”…
Los soberbios son ceros, sean como sean, y no depende de ellos sino del lugar que sean colocados. Así, dos ceros disentían cuál de los dos valían más. Uno era alto y delgado, el otro bajo y gordo. Otro cero les dijo: “¡Qué más da vuestra estatura o gordura, sois ceros como yo!”.
Diálogo de un sacerdote con el diablo:
- Yo, el diablo, te digo: “Tú te levantas temprano, pero yo no duermo nunca. Tú ayunas algunas veces, pero yo no como nunca. Solamente no puedo hacer una cosa: ser humilde”.
- Yo, pobre sacerdote, te digo: La humildad es la raíz de todas las demás virtudes cristianas. El humilde busca el bien de Dios y el bien de los demás, el soberbio todo lo que hace es en provecho propio.
- ¿Eres soberbio o humilde?
- ¿Buscas siempre tu propio bien?
- ¿Miras a los demás con altanería?
Julián Escobar.
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