27 de Febrero de 2018. Martes. ¡No atropelles! Mt 23, 1-12
Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí".
El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.
El escritor Wetzel relata el siguiente hecho: “Un domingo andaba un campesino guiando su carro bien cargado por la calle mayor, a la misma hora que la gente iba a Misa. Un anciano le gritó de pronto: “¡Alto! ¡Alto! ¿no te das cuenta que estás atropellando a uno?”. El campesino, retuvo las caballerías, miró a todos lados, y preguntó: “¿A quién he atropellado?”. Y el anciano le contestó: “Estás atropellando al tercer Mandamiento de la Ley de Dios”. El escritor Wetzel sigue diciendo que otro domingo a este mismo campesino se le asustaron las bestias, cayó y las ruedas le pasaron por encima y murió. ¡Cuentecitos de vieja! Quizá usted piense que sí, pero lo importante es lo que encierra el cuento.
- ¿Atropella usted los Mandamientos de Dios?
- ¿Intenta vivir los Mandamientos de Dios?
El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.
El escritor Wetzel relata el siguiente hecho: “Un domingo andaba un campesino guiando su carro bien cargado por la calle mayor, a la misma hora que la gente iba a Misa. Un anciano le gritó de pronto: “¡Alto! ¡Alto! ¿no te das cuenta que estás atropellando a uno?”. El campesino, retuvo las caballerías, miró a todos lados, y preguntó: “¿A quién he atropellado?”. Y el anciano le contestó: “Estás atropellando al tercer Mandamiento de la Ley de Dios”. El escritor Wetzel sigue diciendo que otro domingo a este mismo campesino se le asustaron las bestias, cayó y las ruedas le pasaron por encima y murió. ¡Cuentecitos de vieja! Quizá usted piense que sí, pero lo importante es lo que encierra el cuento.
- ¿Atropella usted los Mandamientos de Dios?
- ¿Intenta vivir los Mandamientos de Dios?
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