16 de Marzo de 2018. Viernes Alejandro Magno y el fuego. Jn 7, 1-2.10.25-30
16 de Marzo de 2018. Viernes Alejandro Magno y el fuego. Jn 7, 1-2.10.25-30
Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que este es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es.» Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que verdaderamente me envía el que me envía; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado.» Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.
Alejandro, rey de Macedonia, trataba bien a sus soldados y más si eran de edad avanzada. Durante una de sus campañas cayó una gran nevada, y el Rey mandó encender una hoguera junto a su tienda para calentarse. Al ver un viejo soldado que temblaba de frío, lo llamó y le hizo que se sentara en el trono real y se calentase, y le dijo: “En Persia, al que se sientan en el trono del Rey le cuesta la vida, pero aquí al sentarte tú, el trono te la está devolviendo, pues de no hacerlo hubieses muerto de frío”. Jesucristo, no sólo compartirá su “trono” celestial con nosotros, sino que quiso compartir con nosotros nuestros sufrimientos, nuestros fríos, nuestros temblores de sufrimiento.
- ¿Compartes tus alegrías con los demás?
- ¿Estás atento a las necesidades de los que te rodean?
Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que este es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es.» Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que verdaderamente me envía el que me envía; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado.» Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.
Alejandro, rey de Macedonia, trataba bien a sus soldados y más si eran de edad avanzada. Durante una de sus campañas cayó una gran nevada, y el Rey mandó encender una hoguera junto a su tienda para calentarse. Al ver un viejo soldado que temblaba de frío, lo llamó y le hizo que se sentara en el trono real y se calentase, y le dijo: “En Persia, al que se sientan en el trono del Rey le cuesta la vida, pero aquí al sentarte tú, el trono te la está devolviendo, pues de no hacerlo hubieses muerto de frío”. Jesucristo, no sólo compartirá su “trono” celestial con nosotros, sino que quiso compartir con nosotros nuestros sufrimientos, nuestros fríos, nuestros temblores de sufrimiento.
- ¿Compartes tus alegrías con los demás?
- ¿Estás atento a las necesidades de los que te rodean?
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