Ser luz y sal por las almas
Palabra de Dios
Jn 16, 23-28.
Dijo Jesús a sus discípulos: “En verdad, en verdad os digo: Si pedís
algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi
nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa”.
***
Un sacerdote católico, al
darse cuenta de que los universitarios de color eran atraídos y conquistados
por sectas no católicas y por masones, comprendió la necesidad de una labor
exquisita y se dio a ella con todas sus fuerzas y con todos los medios a su
alcance.
Muchísimo logró el sacerdote
en este sentido. Tanto, que sus adversarios se alarmaron y escogieron un chino
muy inteligente para que destruyera toda la labor del sacerdote.
El chino fue a este para que
le instruyera en la religión católica, pero fue sincero desde un principio y le
dijo claramente que él quería instruirse para así poderle atacar mejor y así
poder destruirlo.
Puesta la confianza en Dios,
se avino el sacerdote a este contrato. Pero en seguida fue a ver a una joven
enferma y le suplicó que ofreciera todos sus dolores a favor de un chino. Cada
día este iba a instruirse en la religión cristiana, cada día el sacerdote
telefoneaba a la enferma y cada día aumentaban los dolores de esta. Un día, a
una hora desacostumbrada, se presentó el chino y dijo:
Padre, no puedo más. Quiero
recibir el Bautismo, quiero ser católico.
En seguida telefoneó a la
casa de aquella enferma para comunicarle esta grata noticia, pero recibió esta
contestación: “Acaba de morir”. Eso es ser verdadera luz del mundo y sal de la
tierra.
¿Qué haces tú por la conversión de los no creyentes?
¿Crees en la comunión de los cristianos?
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