10 de junio de 2018
Cuando el niño de los Cherokee llega a la pubertad, ha de pasar una prueba para ser ingresado en la tribu como “adulto”. Su padre le lleva al bosque, con los ojos vendados y le deja solo sentado en un tronco. Él tiene la obligación de estar así toda la noche y no quitarse la venda hasta que los rayos del sol le den en el rostro. Él no puede pedir auxilio a nadie. Una vez que sobrevive la noche, ya es un hombre. Él no puede hablar a los otros muchachos acerca de esta experiencia, debido a que cada chico debe entrar en la juventud por su cuenta.
El niño pasa la noche naturalmente aterrorizado. Oye toda clase de ruidos. Bestias salvajes que rondan a su alrededor. Quizás algún humano le puede hacer daño. Escucha el viento soplar y la hierba crujir; está sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda; ya que es la única manera en que podrá llegar a ser un hombre. Por último, después de una horrible noche, el sol aparece y al retirarse la venda, es entonces cuando lo primero que descubre es que su padre está sentado junto a él, para protegerle de todos los peligros.
Así, nosotros tampoco estamos nunca solos. Nuestro Padre Dios, que nos hizo sus hijos en el Bautismo, está con nosotros.
El niño pasa la noche naturalmente aterrorizado. Oye toda clase de ruidos. Bestias salvajes que rondan a su alrededor. Quizás algún humano le puede hacer daño. Escucha el viento soplar y la hierba crujir; está sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda; ya que es la única manera en que podrá llegar a ser un hombre. Por último, después de una horrible noche, el sol aparece y al retirarse la venda, es entonces cuando lo primero que descubre es que su padre está sentado junto a él, para protegerle de todos los peligros.
Así, nosotros tampoco estamos nunca solos. Nuestro Padre Dios, que nos hizo sus hijos en el Bautismo, está con nosotros.
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