19 de junio de 2018
Si apreciamos la santa misa nos sentiremos impulsados a dar la razón a aquel incrédulo que en cierta ocasión se dirigió a un creyente y le dijo:
- ¿Es usted católico?
- Sí.
- ¿Va a misa todos los días?
- No, no tengo tiempo. Ni me obliga mi religión. Voy sólo los domingos y fiestas de guardar.
El incrédulo prosiguió:
- ¿Cree de veras que en la misa está Jesucristo presente? ¿El Redentor que murió por ustedes en la cruz?
- ¡Claro que lo creo!
- Pues si yo lo creyera asistiría a misa todos los días.
- ¿La Misa es el centro de su vida?
- ¿Es usted católico?
- Sí.
- ¿Va a misa todos los días?
- No, no tengo tiempo. Ni me obliga mi religión. Voy sólo los domingos y fiestas de guardar.
El incrédulo prosiguió:
- ¿Cree de veras que en la misa está Jesucristo presente? ¿El Redentor que murió por ustedes en la cruz?
- ¡Claro que lo creo!
- Pues si yo lo creyera asistiría a misa todos los días.
- ¿La Misa es el centro de su vida?
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