16 de enero de 2019 Mc 1, 20-39
La suegra de san Pedro está en cama con fiebre. ¿Qué hace Jesús? Un rabino jamás se hubiese dignado acercarse a una mujer y cogerla de la mano, aunque fuese para devolverle la salud, ni se dejaban servir por una mujer. Jesús la tomó de la mano, la curó y fue servido por ella. ¡Dominar, no servir! era lo bueno para los griegos y poderosos. Para Jesús servir es amar, y no hay nada más grande y digno que servir: “No he venido a ser servido, sino para servir” (Mc 10,45). Quien se deja “tocar” por Jesús, siente el amor por servir, por ser útil a Dios y a los demás. Somos “apasionados”, “sentimos pasión por…” pero de lo que debemos ser más apasionados es de servir al bien de los demás.
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