20 de junio de 2019
- ¿Sacas a colación a la Virgen en algunas de tus conversaciones?
- ¿Crees que hablar de la Virgen es cosa más bien de mujeres?
En cierta ocasión, un hombre gravemente enfermo se desplomó en la calle. Lo llevaron a un hospital y llamaron a un sacerdote para que lo confesara. Pero el pobre hombre hacía ya tiempo que había perdido la fe de su juventud, y por mucho que el sacerdote insistió en hablar con él, rechazaba con dureza las palabras del sacerdote. Hasta que éste, agotados ya todos los recursos, empezó a hablar de la madre del enfermo, que es María, entonces se ablandó el corazón empedernido y resurgió la fe sepultada de la niñez.
¡Cuántos hombres hoy que han perdido la fe por completo, pero que, al hablarles de la Virgen María, o de la advocación de la Virgen de su ciudad o pueblo vuelvan a la fe! Miremos a Cristo en el Evangelio y en las persona y digámosle: «¡Bienaventurado el vientre que te llevó!» Y escucharemos la respuesta del miso Jesús: «¡Bienaventurados más bien los que oyen la palabra de Dios, y la ponen en práctica!» (Lc 11, 28).
- ¿Crees que hablar de la Virgen es cosa más bien de mujeres?
En cierta ocasión, un hombre gravemente enfermo se desplomó en la calle. Lo llevaron a un hospital y llamaron a un sacerdote para que lo confesara. Pero el pobre hombre hacía ya tiempo que había perdido la fe de su juventud, y por mucho que el sacerdote insistió en hablar con él, rechazaba con dureza las palabras del sacerdote. Hasta que éste, agotados ya todos los recursos, empezó a hablar de la madre del enfermo, que es María, entonces se ablandó el corazón empedernido y resurgió la fe sepultada de la niñez.
¡Cuántos hombres hoy que han perdido la fe por completo, pero que, al hablarles de la Virgen María, o de la advocación de la Virgen de su ciudad o pueblo vuelvan a la fe! Miremos a Cristo en el Evangelio y en las persona y digámosle: «¡Bienaventurado el vientre que te llevó!» Y escucharemos la respuesta del miso Jesús: «¡Bienaventurados más bien los que oyen la palabra de Dios, y la ponen en práctica!» (Lc 11, 28).
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