11 de septiembre de 2019
Abrió por tres veces su devocionario.
San Francisco de Asís quiso saber qué camino conduce con mayor seguridad a la salvación del alma. Y rogaba a Dios ardientemente que tuviese a bien mostrárselo. Cuando he aquí que una vez le pareció oír, bien distinta, una voz que le dijo: “Abre tu devocionario y lee en él”. No anduvo remiso el Santo en hacer lo que se le decía, y presto vió estas palabras: “La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”. Abrió el libro por segunda vez y vino a dar en el pasaje. Insistió por vez tercera, con idéntico resultado. Entonces comprendió lo que todo ello quería decir. Desde aquel instante fue gran devoto del Vía Crucis, durante el cual ponderaba con encendida piedad y amor las fatigas y congojas de quien vino para salvarnos. San Agustín nos dice: “Es más valiosa una lágrima derramada considerando la Pasión de Jesucristo, que una larga peregrinación a Palestina”.
San Francisco de Asís quiso saber qué camino conduce con mayor seguridad a la salvación del alma. Y rogaba a Dios ardientemente que tuviese a bien mostrárselo. Cuando he aquí que una vez le pareció oír, bien distinta, una voz que le dijo: “Abre tu devocionario y lee en él”. No anduvo remiso el Santo en hacer lo que se le decía, y presto vió estas palabras: “La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”. Abrió el libro por segunda vez y vino a dar en el pasaje. Insistió por vez tercera, con idéntico resultado. Entonces comprendió lo que todo ello quería decir. Desde aquel instante fue gran devoto del Vía Crucis, durante el cual ponderaba con encendida piedad y amor las fatigas y congojas de quien vino para salvarnos. San Agustín nos dice: “Es más valiosa una lágrima derramada considerando la Pasión de Jesucristo, que una larga peregrinación a Palestina”.
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