23 de octubre de 2019
«Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá» (Lucas 12,39-48).
“Si el dueño de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón..."
Para la antigua Grecia y otros pueblos de oriente, la historia es un perpetuo volver a empezar; un círculo continuado… pero la fe nos dice que hay un fin en la historia, vamos en progresión y en el curso de los años hacia Dios que se ha ido manifestando con lo que llamamos “revelación” (quitar el velo) paraque veamos la Verdad, que se ha revelado plenamente en Cristo.
Tenemos el peligro de la pereza, del amodorramiento.“Conviene que los cónyuges y padres cristianos, siguiendo su propio camino, se ayuden el uno al otro en la gracia, con la fidelidad en su amor a lo largo de toda la vida, y eduquen en la doctrina cristiana y en las virtudes evangélicas a la prole que el Señor les haya dado. De esta manera ofrecen al mundo el ejemplo de un incansable y generoso amor, construyen la fraternidad de la caridad y se presentan como testigos y cooperadores de la fecundidad de la Madre Iglesia, como símbolo y al mismo tiempo participación de aquel amor con que Cristo amó a su Esposa y se entregó a sí mismo por ella...(Concilio Vaticano II
¿Soy consciente de que estoy dentro del proyecto de Dios? ¿Es mi corazón grande para hacer su Voluntad? ¿Estoy debidamente abierto a la voluntad de Dios? ¿Participo en la aventura misionera de la Iglesia? ¿Estoy comprometido en la evangelización del mundo? ¿Suelo orar por «los que no conocen a Dios»?
“Si el dueño de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón..."
Para la antigua Grecia y otros pueblos de oriente, la historia es un perpetuo volver a empezar; un círculo continuado… pero la fe nos dice que hay un fin en la historia, vamos en progresión y en el curso de los años hacia Dios que se ha ido manifestando con lo que llamamos “revelación” (quitar el velo) paraque veamos la Verdad, que se ha revelado plenamente en Cristo.
Tenemos el peligro de la pereza, del amodorramiento.“Conviene que los cónyuges y padres cristianos, siguiendo su propio camino, se ayuden el uno al otro en la gracia, con la fidelidad en su amor a lo largo de toda la vida, y eduquen en la doctrina cristiana y en las virtudes evangélicas a la prole que el Señor les haya dado. De esta manera ofrecen al mundo el ejemplo de un incansable y generoso amor, construyen la fraternidad de la caridad y se presentan como testigos y cooperadores de la fecundidad de la Madre Iglesia, como símbolo y al mismo tiempo participación de aquel amor con que Cristo amó a su Esposa y se entregó a sí mismo por ella...(Concilio Vaticano II
¿Soy consciente de que estoy dentro del proyecto de Dios? ¿Es mi corazón grande para hacer su Voluntad? ¿Estoy debidamente abierto a la voluntad de Dios? ¿Participo en la aventura misionera de la Iglesia? ¿Estoy comprometido en la evangelización del mundo? ¿Suelo orar por «los que no conocen a Dios»?
Julián Escobar.
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