1 de noviembre de 2019. Solemnidad de Todos los Santos
“Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo” (Mateo 5,1-12).
Las Bienaventuranzas: violencia, llanto, ansia de justicia... son un canto a las personas que sufren por Jesús, y alaba la ayuda a los demás, limpieza de mirada, búsqueda de la paz. Son dichosas todas las personas que llevan en sus corazones un futuro de esperanza, vencieron el egoísmo, perdonaron siempre. Santos son los que aman, son justos, luchan por ser sinceros, buscan la paz, la misericordia. Se saben hijos de Dios.
Un cristiano tuvo una visión. Vio el infierno con demonios hambrientos y enflaquecidos que parecían esqueletos. Estaban sentados delante de un enorme plato con un sabrosa comida. En sus manos tenían una cuchara de unos dos metros de longitud. Cada demonio intentaba coger la mayor cantidad posible de comida. Pero no podían alcanzar a ponérselo en la boca. Más tarde vio el cielo. Allí vio a la gente feliz y todos en una mesa con comida muy rica, y con la misma cuchara, pero no les causaban ninguna dificultad. Cada uno tomaba del plato y se lo ponía en la boca al que tenía en frente.
Cuando hacemos el bien a los demás nos transformamos en buenos, viene la felicidad a nosotros. A la Santidad y al cielo se entra por el amor.
¿Ayudas a los demás a caminar hacia la santidad?
Las Bienaventuranzas: violencia, llanto, ansia de justicia... son un canto a las personas que sufren por Jesús, y alaba la ayuda a los demás, limpieza de mirada, búsqueda de la paz. Son dichosas todas las personas que llevan en sus corazones un futuro de esperanza, vencieron el egoísmo, perdonaron siempre. Santos son los que aman, son justos, luchan por ser sinceros, buscan la paz, la misericordia. Se saben hijos de Dios.
Un cristiano tuvo una visión. Vio el infierno con demonios hambrientos y enflaquecidos que parecían esqueletos. Estaban sentados delante de un enorme plato con un sabrosa comida. En sus manos tenían una cuchara de unos dos metros de longitud. Cada demonio intentaba coger la mayor cantidad posible de comida. Pero no podían alcanzar a ponérselo en la boca. Más tarde vio el cielo. Allí vio a la gente feliz y todos en una mesa con comida muy rica, y con la misma cuchara, pero no les causaban ninguna dificultad. Cada uno tomaba del plato y se lo ponía en la boca al que tenía en frente.
Cuando hacemos el bien a los demás nos transformamos en buenos, viene la felicidad a nosotros. A la Santidad y al cielo se entra por el amor.
¿Ayudas a los demás a caminar hacia la santidad?
Julián Escobar.
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