Homilía domingo 12 de enero 2020
Mt 3, 13-17
¿Abrir la voz?
Juan el Bautista gritaba. No le avergonzaba predicar las verdades que tanto molestaban a sus conciudadanos. Corría un gran peligro, pero él “obedecía a Dios antes que a los hombres que le amenazaban”.
Los cristianos de hoy tenemos un mandato y un compromiso: “Anunciar a Cristo”, pero lo hacemos muy poco. La vergüenza, el miedo al qué dirán, las piedras verbales que nos pueden lanzar… nos acobardan y nos hacemos creyentes camuflados en una sociedad semipagana.
¿Olvidamos que a nuestro bautismo Dios nos dijo: “Tú eres mi hijo amado”? Quizás lo olvidamos porque el tener presente que Dios nos ama y nos protege nos impulsaría a ser la voz de Dios en cada rincón de la sociedad.
El agua del Bautismo debe empaparnos más el corazón, los sentimientos que de él irán saliendo que es la cabeza. La gracia divina viene sobre nuestro corazón, y si conforme vamos creciendo nos vamos abriendo a Ella, seremos signos de Cristo; si no la alimentamos con obras buenas la estaremos atrofiando.
El ser testigos de Cristo es el mejor grito que un cristiano puede lanzar. Los testigos del Evangelio son los mejores evangelizadores. Los mártires gritaron poco, pero convirtieron a muchos.
“Mi oración, Dios mío, es esta:
Hiere, hiere la raíz de la miseria en mi corazón.
Dame fuerza para llevar ligero más alegría y mis penas.
Dame fuerza para no renegar nunca del pobre…
Dame fuerza para levantar mi pensamiento sobre la pequeñez cotidiana.
Dame fuerza para rendir mi fuerza a tu voluntad” (R. Tagore).
¿Cómo vives tu Bautismo?
¿Te aprendiste el día y mes en que fuiste bautizado?
¿Le das gracia a Dios por el Bautismo?
¿Sabes que no amar es ofender a Dios?
¿Sabes que renuevas tu bautismo cada vez que le dices a Cristo sí?
“Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa, sino lo que ama…” (S. Agustín).
Si lo prefiere puede descargar las homilías de d. Julián en formato PDF o DOC.
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¿Abrir la voz?
Juan el Bautista gritaba. No le avergonzaba predicar las verdades que tanto molestaban a sus conciudadanos. Corría un gran peligro, pero él “obedecía a Dios antes que a los hombres que le amenazaban”.
Los cristianos de hoy tenemos un mandato y un compromiso: “Anunciar a Cristo”, pero lo hacemos muy poco. La vergüenza, el miedo al qué dirán, las piedras verbales que nos pueden lanzar… nos acobardan y nos hacemos creyentes camuflados en una sociedad semipagana.
¿Olvidamos que a nuestro bautismo Dios nos dijo: “Tú eres mi hijo amado”? Quizás lo olvidamos porque el tener presente que Dios nos ama y nos protege nos impulsaría a ser la voz de Dios en cada rincón de la sociedad.
El agua del Bautismo debe empaparnos más el corazón, los sentimientos que de él irán saliendo que es la cabeza. La gracia divina viene sobre nuestro corazón, y si conforme vamos creciendo nos vamos abriendo a Ella, seremos signos de Cristo; si no la alimentamos con obras buenas la estaremos atrofiando.
El ser testigos de Cristo es el mejor grito que un cristiano puede lanzar. Los testigos del Evangelio son los mejores evangelizadores. Los mártires gritaron poco, pero convirtieron a muchos.
“Mi oración, Dios mío, es esta:
Hiere, hiere la raíz de la miseria en mi corazón.
Dame fuerza para llevar ligero más alegría y mis penas.
Dame fuerza para no renegar nunca del pobre…
Dame fuerza para levantar mi pensamiento sobre la pequeñez cotidiana.
Dame fuerza para rendir mi fuerza a tu voluntad” (R. Tagore).
¿Cómo vives tu Bautismo?
¿Te aprendiste el día y mes en que fuiste bautizado?
¿Le das gracia a Dios por el Bautismo?
¿Sabes que no amar es ofender a Dios?
¿Sabes que renuevas tu bautismo cada vez que le dices a Cristo sí?
“Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa, sino lo que ama…” (S. Agustín).
Julián Escobar.
Si lo prefiere puede descargar las homilías de d. Julián en formato PDF o DOC.
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