18 de marzo de 2020
Evangelio (Mt 5,17-19)
No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas, sino a dar cumplimiento.
En las distintas religiones el hombre busca a Dios, en el cristianismo es Dios quien busca al hombre. Como recordó san Juan Pablo II, Dios desea acercarse al hombre, Dios quiere dirigirle sus palabras, mostrarle su rostro porque busca la intimidad con él. Jesús, con su presencia lleva a cumplimiento el deseo de Dios de acercarse al hombre. Por esto, dice que «no penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17). Viene a enriquecerlos, a iluminarlos para que los hombres conozcan el verdadero rostro de Dios y puedan entrar en intimidad con Él. Y como decía san Teófilo de Antioquía, «Dios es visto por los que pueden verle; sólo necesitan tener abiertos los ojos del espíritu (...), pero algunos hombres los tienen empañados».
San Agustín tiene algunas frases brillantes. Dice: La búsqueda de Dios es la búsqueda de la felicidad. El encuentro con Dios es la felicidad misma. Buscar la felicidad en las cosas externas, es prostituir el alma. Por eso, el mismo santo nos proyecta hacia la felicidad eterna, manifestando que esta vida es un paso hacia el cielo y dice: Aquí somos inquilinos, en el cielo seremos moradores. Allí descansaremos y contemplaremos; contemplaremos y amaremos; amaremos y alabaremos. He aquí lo que será el fin que no tiene fin.
Ayunar de murmuraciones, y ser sinceros en los comentarios.
No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas, sino a dar cumplimiento.
En las distintas religiones el hombre busca a Dios, en el cristianismo es Dios quien busca al hombre. Como recordó san Juan Pablo II, Dios desea acercarse al hombre, Dios quiere dirigirle sus palabras, mostrarle su rostro porque busca la intimidad con él. Jesús, con su presencia lleva a cumplimiento el deseo de Dios de acercarse al hombre. Por esto, dice que «no penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17). Viene a enriquecerlos, a iluminarlos para que los hombres conozcan el verdadero rostro de Dios y puedan entrar en intimidad con Él. Y como decía san Teófilo de Antioquía, «Dios es visto por los que pueden verle; sólo necesitan tener abiertos los ojos del espíritu (...), pero algunos hombres los tienen empañados».
San Agustín tiene algunas frases brillantes. Dice: La búsqueda de Dios es la búsqueda de la felicidad. El encuentro con Dios es la felicidad misma. Buscar la felicidad en las cosas externas, es prostituir el alma. Por eso, el mismo santo nos proyecta hacia la felicidad eterna, manifestando que esta vida es un paso hacia el cielo y dice: Aquí somos inquilinos, en el cielo seremos moradores. Allí descansaremos y contemplaremos; contemplaremos y amaremos; amaremos y alabaremos. He aquí lo que será el fin que no tiene fin.
Ayunar de murmuraciones, y ser sinceros en los comentarios.
Julián Escobar.
Comentarios