6 de marzo de 2020
Evangelio (Mt 5,20-26):
Vete primero a reconciliarte con tu hermano.
El mandamiento dice «No matarás» (Mt 5,21), pero Jesús nos recuerda que existen otras formas de privar de la vida a los demás. Podemos privar de la vida a los demás abrigando en nuestro corazón una ira excesiva hacia ellos, o al no tratarlos con respeto e insultarlos La fe que profesamos cuando celebramos la Liturgia debería influir en nuestra vida cotidiana y afectar a nuestra conducta.
Pidamos al Señor que retroceda con nosotros en el tiempo y lugar de la herida, reemplazándola con su amor para que así seamos libres para poder perdonar. En palabras de Benedicto XVI, «si queremos presentaros ante Él, también debemos ponernos en camino para ir al encuentro unos de otros. Por eso, es necesario aprender la gran lección del perdón: no dejar que se insinúe en el corazón la polilla del resentimiento, sino abrir el corazón a la magnanimidad de la escucha del otro, abrir el corazón a la comprensión, a la posible aceptación de sus disculpas y al generoso ofrecimiento de las propias».
Una niña ve un día a unos turistas, que están admirando la catedral de la ciudad y se deshacen en elogios ante la belleza tan majestuosa de aquella moderna catedral. Y la niñita les dice:
- Yo he construido esta catedral.
- ¿Tú? ¿Cómo?
- Porque, cuando la estaban construyendo, yo le traía todos los días la comida a mi papá.
La Madre Teresa de Calcuta decía; “Señor, acepto lo que me des y te entrego lo que quieras tomar de mí. Señor, soy tuya y, si me haces pedacitos, cada pedacito será para Ti”
Vete primero a reconciliarte con tu hermano.
El mandamiento dice «No matarás» (Mt 5,21), pero Jesús nos recuerda que existen otras formas de privar de la vida a los demás. Podemos privar de la vida a los demás abrigando en nuestro corazón una ira excesiva hacia ellos, o al no tratarlos con respeto e insultarlos La fe que profesamos cuando celebramos la Liturgia debería influir en nuestra vida cotidiana y afectar a nuestra conducta.
Pidamos al Señor que retroceda con nosotros en el tiempo y lugar de la herida, reemplazándola con su amor para que así seamos libres para poder perdonar. En palabras de Benedicto XVI, «si queremos presentaros ante Él, también debemos ponernos en camino para ir al encuentro unos de otros. Por eso, es necesario aprender la gran lección del perdón: no dejar que se insinúe en el corazón la polilla del resentimiento, sino abrir el corazón a la magnanimidad de la escucha del otro, abrir el corazón a la comprensión, a la posible aceptación de sus disculpas y al generoso ofrecimiento de las propias».
Una niña ve un día a unos turistas, que están admirando la catedral de la ciudad y se deshacen en elogios ante la belleza tan majestuosa de aquella moderna catedral. Y la niñita les dice:
- Yo he construido esta catedral.
- ¿Tú? ¿Cómo?
- Porque, cuando la estaban construyendo, yo le traía todos los días la comida a mi papá.
La Madre Teresa de Calcuta decía; “Señor, acepto lo que me des y te entrego lo que quieras tomar de mí. Señor, soy tuya y, si me haces pedacitos, cada pedacito será para Ti”
Julián Escobar.
Comentarios