Homilía Domingo 2 Cuaresma.
Mt 17, 1-9
Dios Padre nos dio una recomendación: “¡Escuchad a mi Hijo!”. Jesús es la imagen y la palabra de Dios. ¿Y qué debemos ser nosotros? El eco humilde de las palabras de Cristo. Jesucristo en palabras y hechos es inagotable, es eterno. Los hechos y las palabras de Jesucristo iluminan y dan sentido a las realidades de cada persona. ¡Iluminar las realidades terrenas! El mensaje cristiano no es algo aéreo, sin compromisos. Vivir el Evangelio crea conflictos.
La Cuaresma es camino hacia la Pascua, es comenzar a subir hacia la cima del Tabor, donde veremos a Cristo, no ya transfigurado, sino Resucitado. ¡Pero hay que subir esa ladera empinada que es la de librarnos de los egoísmos que son pedruscos que nos impiden caminar al ritmo del Evangelio!
San Pablo a Timoteo, su discípulo.
Dicen que Timoteo era muy enfermizo, tímido, pero con mucha fe. Así que san Pablo le dice, y nos dice: “Toma parte en los duros trabajos del Evangelio según las fuerzas que Dios te dé”. Porque no importa tener mucha salud, lo que importa es confiar en Dios y que Dios actúe a través de nosotros.
Con Pedro, Santiago y Juan, todos nosotros, todos los cristianos estamos invitados a subir al Tabor: La dureza, la fatiga, el sacrificio de subir hasta alcanzar la cima del Tabor, no debe asustarnos, echarnos para atrás. ¡La ayuda de Dios nunca falta a aquel que se esfuerza! Es el eco de la invitación de Dios: “¡Deja las cosas que sólo dan algo de felicidad en la tierra y entrégate a la Fe, entrégate al amor, al amor, pues sin amor nada sirve tener!”
El amor es lo que le da al hombre su verdadero desarrollo. El Papa Pablo VI decía: “La avaricia es la señal más evidente del subdesarrollo moral”.
Ni la religión es invento del hombre ni nadie puede forjar un cristianismo a su gusto, a sus caprichos. Las falsas “religiones” brotan de la voluntad de los hombres, ellos se inventan cómo adorar y responder a Dios. Pero el cristianismo emana de Dios y Dios nos dice: “ojo y oídos atentos a lo que os diga y mande mi Hijo”.
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La Cuaresma es camino hacia la Pascua, es comenzar a subir hacia la cima del Tabor, donde veremos a Cristo, no ya transfigurado, sino Resucitado. ¡Pero hay que subir esa ladera empinada que es la de librarnos de los egoísmos que son pedruscos que nos impiden caminar al ritmo del Evangelio!
San Pablo a Timoteo, su discípulo.
Dicen que Timoteo era muy enfermizo, tímido, pero con mucha fe. Así que san Pablo le dice, y nos dice: “Toma parte en los duros trabajos del Evangelio según las fuerzas que Dios te dé”. Porque no importa tener mucha salud, lo que importa es confiar en Dios y que Dios actúe a través de nosotros.
Con Pedro, Santiago y Juan, todos nosotros, todos los cristianos estamos invitados a subir al Tabor: La dureza, la fatiga, el sacrificio de subir hasta alcanzar la cima del Tabor, no debe asustarnos, echarnos para atrás. ¡La ayuda de Dios nunca falta a aquel que se esfuerza! Es el eco de la invitación de Dios: “¡Deja las cosas que sólo dan algo de felicidad en la tierra y entrégate a la Fe, entrégate al amor, al amor, pues sin amor nada sirve tener!”
El amor es lo que le da al hombre su verdadero desarrollo. El Papa Pablo VI decía: “La avaricia es la señal más evidente del subdesarrollo moral”.
Ni la religión es invento del hombre ni nadie puede forjar un cristianismo a su gusto, a sus caprichos. Las falsas “religiones” brotan de la voluntad de los hombres, ellos se inventan cómo adorar y responder a Dios. Pero el cristianismo emana de Dios y Dios nos dice: “ojo y oídos atentos a lo que os diga y mande mi Hijo”.
Julián Escobar.
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