16 de abril de 2020 Jueves de la octava de Pascua

Evangelio: Lc 24,35-48.
Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». y les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? 

Él no es un fantasma, es totalmente real, pero, a veces, el miedo en nuestra vida va tomando cuerpo como si fuese la única realidad.
San Gregorio Nacianceno nos exhorta: «Debiéramos avergonzarnos al prescindir del saludo de la paz, que el Señor nos dejó cuando iba a salir del mundo. La paz es un nombre y una cosa sabrosa, que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a los filipenses: ‘La paz de Dios’; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los efesios: ‘Él es nuestra paz’».

Pasaba un día Pío XI a lo largo de las filas de peregrinos durante una audiencia, cuando sus ojos se fijaron en un muchacho ciego. El papa se detuvo y alzó su anillo hasta los labios del chico, el cual empezó a temblar de emoción mientras saltaban lágrimas de sus ojos vacíos. —Querido — díjole el Papa con tono consolador —, todos estamos ciegos hasta que Dios nos ilumina.
No podemos ver lo que significan los grandes hechos de nuestra fe hasta que el Espíritu Santo nos lo muestra en nuestro interior con el don de entendimiento. 

La resurrección de Cristo nos levanta de la soledad,
pues Él siempre nos acompaña.
Julián Escobar.


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