25 de abril de 2020 Sábado II de Pascua
Evangelio: Jn 6,16-21.
Ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero Él les dijo: «Soy yo. No temáis».
Al andar sobre las aguas, Jesucristo está mostrando su señorío sobre las cosas creadas. Pero también podemos ver una escenificación de su dominio sobre el Maligno, representado por un mar embravecido en la oscuridad. «No temáis» (Jn 6,20), les decía Jesús en aquella ocasión. «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), les dirá después en el Cenáculo. Finalmente, es Jesús quien dice a las mujeres en la mañana de Pascua, después de levantarse del sepulcro: «No tengáis miedo». Nosotros, por el testimonio de los Apóstoles, sabemos de su victoria sobre los enemigos del hombre, el pecado y la muerte. Por esto, hoy, sus palabras resuenan en nuestro corazón con una fuerza especial, porque son las palabras de Alguien que está vivo.
Cuando el gran convertido inglés, el Cardenal NEWMAN, sintió la cercanía de la muerte en el año 1890, hizo salir a todos de su cuarto con estas palabras: “Puedo enfrentarme a mi final solo”. ¡Cuánta fe denotan! La verdadera“eutanasia”, la “buena muerte” se da cuando podemos decir con el SALMISTA: “Aunque haya de pasar por las sombras de la muerte,no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo” (Salmo 23,4).
¿A qué le tienes miedo? Hay que tenerlo a la falta de esperanza.
Ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero Él les dijo: «Soy yo. No temáis».
Al andar sobre las aguas, Jesucristo está mostrando su señorío sobre las cosas creadas. Pero también podemos ver una escenificación de su dominio sobre el Maligno, representado por un mar embravecido en la oscuridad. «No temáis» (Jn 6,20), les decía Jesús en aquella ocasión. «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), les dirá después en el Cenáculo. Finalmente, es Jesús quien dice a las mujeres en la mañana de Pascua, después de levantarse del sepulcro: «No tengáis miedo». Nosotros, por el testimonio de los Apóstoles, sabemos de su victoria sobre los enemigos del hombre, el pecado y la muerte. Por esto, hoy, sus palabras resuenan en nuestro corazón con una fuerza especial, porque son las palabras de Alguien que está vivo.
Cuando el gran convertido inglés, el Cardenal NEWMAN, sintió la cercanía de la muerte en el año 1890, hizo salir a todos de su cuarto con estas palabras: “Puedo enfrentarme a mi final solo”. ¡Cuánta fe denotan! La verdadera“eutanasia”, la “buena muerte” se da cuando podemos decir con el SALMISTA: “Aunque haya de pasar por las sombras de la muerte,no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo” (Salmo 23,4).
¿A qué le tienes miedo? Hay que tenerlo a la falta de esperanza.
Julián Escobar.
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