11 de febrero de 2021
El católico tiene que ser el corazón vivo, o el fermento, de cualquier sociedad. Lo puede ser si está convencido de que Cristo sigue caminando con y junto a cada persona. Lo puede ser sino se deja absorber por los remolinos paganos que tan fuertes sufre la sociedad. Lo puede ser si vive y expresa con orgullo su condición de católico, miembro que la Iglesia.
Dice san Pablo: “Mirad que nadie os engañe con filosofías falaces y vanas, fundadas en elementos del mundo y no en Cristo… estad llenos de Él, que es la cabeza de todo principio y potestad” (Col 2, 8-10).
¿Cuánto hay de cristiano en ti y cuánto de pagano?
¿Te dejas guiar más por el Evangelio o por las corrientes filosóficas de moda?
Julián Escobar.
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