24 de febrero de 2022
¡Dios no castiga!
El capellán de un hospital se acerca a una cama donde hay un soldado con cara de sufrimiento. El soldado está sin piernas y sin manos, y culpándose por ello.
“Mis compañeros y yo, de camino, nos encontramos con un crucifijo. Yo le corté los brazos y las piernas a Cristo, entre risas y burlas. Al regresar al campamento sufrimos un ataque y… me he quedado sin manos ni piernas. Es el precio de mi pecado”.
No, el precio de nuestros pecados lo pagó, y lo sigue pagando, Cristo. Dios no es un juez justiciero. El “ojo por ojo, diente por diente” no entra en el Amor de Dios.
- ¿Toma usted el nombre de Dios en vano?
- ¿Pones por encima de la justicia el amor?
Con los criterios que juzgues a los demás ¿te juzgas a ti? La medida que usas contigo, úsala con los demás. No exijas a los demás lo que no te exiges a ti.
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