18 de diciembre de 2022
Señor, cada día trato de conocerte un poco más. Antes quería conocerte de una vez por todas. Ahora me acoplo al ritmo que tú marques. ¡No tengo prisa!
Recuerdo a:
Charles Lindbergh nos describe así el fin de su vuelo solitario, a través del Atlántico, en 1 927:
«Voy a aterrizar dentro de una hora y, cosa extraña, no siento ninguna prisa por que llegue ese momento. No tengo ningunas ganas de dormir. No me duele nada en todo el cuerpo. La noche es fresca y tranquila. Quiero estar sentado pacíficamente en esta cabina y dejar que se complete el éxito de mi vuelo»
«Es como esforzarse en escalar una montaña en busca de una flor rara, y luego, cuando ya está al alcance de tus manos, darte cuenta de que la satisfacción y la felicidad están más en buscarla que en arrancarla. Porque, arrancar y marchitarse son algo inseparable».
- ¿Qué me dices, Señor?
- Tu «conocimiento» de Dios es un proceso que nunca acaba. Cuanto más lo «conozcas», será mayor tu deseo de conocerlo más y más, si es que realmente has experimentado el amor de Dios.
- ¿Te cansas de abrirte cada día a la santidad?
- ¿Te sientes bien en el deseo de amar a Dios sobre todas las cosas?
Dios no sería Dios
si pudiera ser completamente
conocido por nosotros;
y Dios no sería Dios
si no pudiéramos conocerlo
de alguna manera. H.G. Wood
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