20 de diciembre de 2022
Señor, se acerca la Navidad. Hace dos mil años viniste a la Tierra y no encontraste lugar donde nacer. Yo quiero prepararte un sitio, un lugar donde te encuentres a gusto: mi casa, entre los míos… en mi vida.
Me levanté temprano una mañana,
y me lancé a aprovechar el día.
Tenía tantas cosas que hacer,
que no tuve tiempo para rezar.
Se me amontonaron los problemas
y todo se me volvía cada vez más difícil.
«¿Por qué no me ayuda Dios?» —me preguntaba.
Y tú me respondiste: «No me lo has pedido».
Quería sentir la alegría y la belleza,
pero el día continuó triste y sombrío.
Me preguntaba por qué Tú, Señor, no me las habías dado.
Y Tú me dijiste: «Es que no me las has pedido».
Intenté abrirme paso hasta la presencia de Dios,
y probé todas mis llaves en la cerradura.
Y Tú, Señor, me dijiste suave y amorosamente:
«Hijo mío, no has llamado a la puerta».
Pero esta mañana me levanté temprano
Y aquí estoy para decirte sólo dos cosas:
Te amo y te necesito.
- ¿Qué le dices a Dios en los momentos de angustia?
- ¿Acudes a Dios sólo cuando tienes problemas?
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