24 de septiembre de 2023
Abrid, cielos, vuestras puertas eternas
Podemos aplicar a este misterio de la Ascensión, aquel pasaje de Milton en el Paraíso Perdido «Ascendió seguido de aclamaciones y de los armoniosos acordes de diez mil arpas, que entonaban angélicas melodías. Envueltos quedaron en ellas la tierra y el aire; los cielos y las constelaciones vibraron estremecidos; los planetas detuvieron su curso para escuchar, mientras que el júbilo universal ascendía con brillante pompa. «Abrid, cielos, vuestras puertas eternas, cantaban; abrid, oh cielos, vuestras puertas de vida! ¡Dad entrada al Redentor, que vuelve con gran magnificencia, después de ejecutar su grande obra! Abrid!, y desde ahora abrid a menudo, porque Dios se dignará visitar las moradas de los justos y estará en frecuente comunicación con ellos por medio de sus alados mensajeros, portadores de la suprema gracia». «Así cantó el glorioso cortejo, mientras ascendía, penetrando en los cielos, que abrieron de par en par sus deslumbrantes puertas, acompañando a Dios hasta su eterna morada, en todo el camino, ancho y amplio camino, cuyo polvo es oro, y que está empedrado de estrellas».
¿Abre usted su mente y su corazón a Cristo?
¿Lo acredita usted con palabras y obras?
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