17 de febrero de 2024
Su Cruz y mi Cruz. La cruz de Cristo no era sólo el leño que llevó a cuestas y en el que murió. La cruz de Jesús fue, junto a aquello, el dolor de la soledad, las injusticias que sufrió, los insultos que recibió... Los de aquel momento y los de toda la historia. El dolor que siente por lo que yo he hecho mal hoy contra otra persona, o contra mí mismo o contra Él. Esa es su cruz. Por eso yo soy responsable de la cruz de Jesús.
Y mi cruz de cada día, la que tengo que coger para seguirle, no es un leño de madera. Mi cruz es el dolor de la enfermedad, las injusticias que sufro, el cansancio en el trabajo, el dolor que me supone luchar contra la pereza, el esfuerzo por ser generoso -porque me cuesta dar mis cosas-. Mi Cruz es trabajar bien cuando no me apetece.
Mi cruz es el dolor que supone a veces actuar de acuerdo con el amar a Dios, con el amar a los demás -más que a mí mismo- y con el amarme bien a mí mismo, ¡para perfeccionarme y no destruirme!
Durante esta cuaresma, Señor, quiero coger mi cruz de cada día sin quejarme. ¡Que sea generoso, Dios mío y nunca sea cruz para los demás!
El cura de Ars, san Juan María Vianey, recibió dos cartas el mismo día. En una le decían que era un santo y en la otra que era un farsante, un demonio. Un feligrés le preguntó qué de las dos cosas era. Él respondió: “¡Soy lo que soy an-te Dios!”
Déjate Sanar.
¿En qué necesitas ser curado?
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