14 de junio de 2024

Un día se presentó al faraón un viejo y le dijo:

- Cede tus armas, deja tu palacio y tu reino; derriba tus obeliscos, destruye tus templos, tu ciudad... y vete. 

Se rió el faraón:

- ¡Anda, viejo loco!, todos los pueblos limítrofes me han rendido sus armas, he incendiado sus palacios, he destruido sus ciudades y sus templos, ¿y tú pretendes imponerte a mí? ¿Eres tú más fuerte? ¿Quién eres tú?

- Levantó el anciano su cabeza y respondió:

- Yo soy más fuerte que tú, porque soy el tiempo.

El anciano se presentó también en Babilonia y en Nínive, en Atenas y en Cartago, en Roma... y todos obedecieron. Pasó y volvió a pasar, y a su fatídico paso todo se derrumbaba.

Pero un día, en sus correrías, volvió a Roma, subió al Vaticano y dio la misma orden; pero el Papa no quiso obedecer y permaneció tranquilo.

- ¡Es que soy el tiempo! -gritó el viejo.

Y el Papa respondió sosegado:

- Pues yo soy la eternidad.

Nuestro destino último es la eternidad. ¿Qué hace usted por ir acercándose a ella?

Julián Escobar.


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