12 de abril de 2025 Jn 11, 45-57
Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí residía con sus discípulos.
Para los cristianos, Cristo tendría que ser nuestro modelo, ¿pero, lo es? Si preguntan a sus hijos o a sus nietos, sus “modelos”, a los que ellos admiran y quieren parecerse, les dirán futbolistas y cantantes. Ustedes mismas se identifican o quieren parecerse más a personas de las que aparecen en revistas y TV que a las que aparecen en las Sagradas Escrituras.
No es suficiente con pensar en lo que dijo e hizo Jesús, es necesario participar en algún pasaje, o en varios, de los que narran los evangelios. ¿Soy Zaqueo; soy el Samaritano; soy acusador de la mujer adúltera; Soy un leproso desagradecido que curado no vuelve a dar las gracias; soy la Samaritana a la que Jesús le pide agua… etc.?
Lee un pasaje del Evangelio y hazte presente en él. Oye lo que Jesús dice, abre tu corazón a sus propuestas, relaciónate con Él. El “Ven y sígueme”, puede ser para ti, no que lo dejes todo y te conviertas en religioso o religiosa, sino que vivas y actúes como lo debe hacer un discípulo suyo, dejándose cambiar las actitudes propias por las actitudes que Jesús quiere para cada uno de nosotros: “Me sedujiste y me dejé seducir”. Para que Jesús te cambie, tú debes querer dejarte cambiar por Él.
- ¿En qué estás dispuesto a cambiar?
- ¿En qué crees tú que deberías cambiar?
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