5 de abril de 2025
Muchos entre la gente, que le habían oído estas palabras, decían: «Este es verdaderamente el profeta.» Otros decían: «Este es el Cristo.» Pero otros replicaban: «¿Acaso va a venir de Galilea el Cristo? ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era David?» Se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de él. Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano. Los guardias volvieron donde los sumos sacerdotes y los fariseos. Estos les dijeron: «¿Por qué no le habéis traído?» Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre.» Los fariseos les respondieron: «¿Vosotros también os habéis dejado embaucar?
El Emperador griego Teodosio II era tan perezoso que firmaba y rubricaba todos los documentos que le presentaban sin leerlos. Su hermana Pulqueria quiso corregirle. Un día, entre los documentos que tenía que firmar, puso uno por el que vendía a su esposa Eudoxia como esclava. El documento fue firmado. La hermana, de acuerdo con la Emperatriz Eudoxia, se la llevó a su palacio. Enojado el Emperador por la ausencia de su esposa, mandó que regresara, pero su hermana Pulqueria le mostró el documento firmado por él en el que señalaba la venta como esclava de la Emperatriz. El Emperador quedó avergonzado. Cada pecado que cometemos es una firma por la que nos desprendemos de la gracia divina, de la amistad con Dios. ¡Antes de pecar, piensa en sus consecuencias!
- ¿Vas al pecado sin pensar en las consecuencias?
- ¿Qué pecado es el que más te esclaviza?
Santa Brígida oyó de joven un sermón sobre la pasión de Jesús. Al llegar la noche, vio a Jesús Crucificado, qué le decía: «Mira cómo me han puesto». «Señor!, preguntó ella, ¿quién os ha tratado de esta forma?» «Los que me desprecian y siguen insensibles a mi amor». Desde entonces no podía meditar en la pasión de Cristo sin derramar lágrimas.
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