6 de abril de 2025 Domingo V de Cuaresma
«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»
Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»
Aristides, era uno de los hombres más ilustres de Atenas, llamado por sus conciudadanos “el Justo”, y fue acusado por unos envidiosos de querer convertirse en tirano. Este delito tenía la condena de diez años de destierro. Quien pidiese el destierro para Aristides, estaba obligado a escribir el nombre de éste en un cacharro, y a depositarlo en un lugar especial del Agorá o plaza pública. Un hombre que no sabía escribir, pidió al propio Aristides, al que no conocía, que le escribiese su cacharro. Aristides accedió, y le preguntó: “¿Qué mal os ha hecho Aristides que queréis su destierro?” El hombre respondió: “Tengo envidia que le llaman «el Justo»”.
¡Tener envidia de los buenos en vez de aplaudirlos e intentar ser nosotros buenos como ellos! El mismo Jesús dijo al obrero protestó: “Amigo, tienes envidia porque Yo soy bueno”.
- ¿Eres envidioso?
- ¿Desprestigias a los demás porque les envidias?
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