Saber navegar por la vida
Palabra de Dios
Jn 6,16-21.
Vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando
sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo:
"Soy yo, no temáis."
***
Un día en que yo navegaba bajo un puente, el mástil de mi
embarcación tropezó con uno de los arcos. Mejor hubiera sido para mí que el
mástil se hubiera inclinado unos cuantos centímetros, o que el puente hubiera
enarcado su lomo como un gato, o que el caudal del río hubiera decrecido un
poco. Pero ni uno ni otros hicieron nada para evitar el encontronazo. Y es
precisamente por ello, por la firmeza que cada cosa mantenía, por lo que yo
podía servirme del río y navegar sobre él con la ayuda del palo de mi barco, y
por lo que podía contar con el puente cuando la corriente no era favorable.
Ese rigor inquebrantable de la realidad suele obstaculizar
nuestros deseos y conducirnos al desastre, lo mismo que la dureza del suelo
resulta inevitablemente dolorosa para el niño que se cae cuando está
aprendiendo a caminar. Y, sin embargo, esa misma dureza que le lastima es lo
que hace que el niño pueda caminar sobre el suelo.
¿Eres terco, tozudo, poco razonable?
¿Los problemas te
fortalecen o debilitan?
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