“Me sorprende que me conozcas si apenas tenemos trato”, solemos decir, o nos dicen. Que nos conozcan puede ser una “sorpresa” agradable o desagradable. El que no ama se fija sólo en los defectos, el que ama en las virtudes.
¡El bien de cada persona sólo lo descubren los que aman! El amor descubre el bien y abre las puertas del Cielo. El egoísmo aísla, apaga y quita el gusto por la vida.
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¿Huyes de tu soledad?
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¿Cambias de amigos y lugar con frecuencia?
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¿Huyes de tu pasado?
Todo eso son remedios artificiales. ¡Déjate sorprender por los caminos que te ofrece el Evangelio!
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