15 de enero de 2019. Martes Mc 1, 21-28

Los animales emiten sonidos para indicar peligro, miedo, agresividad. Las personas nos comunicamos con palabras y gestos. Pero ¿cuántas personas parlotean, pero no comunican sino gruñidos, amenazas o palabras vacías? ¡Jesús hablaba, y habla, con autoridad! ¿Qué quiere decir eso? Que sus palabras estaban cargadas de vida, de esperanza, de entrega y amor. Las palabras que brotan del corazón tienen el poder de sanar, porque son limpias, purificadas por la gracia divina. Las palabras que brotan buscando intereses egoístas o propósitos de dañar o someter, son palabras tóxicas, enturbian y matan. Jesús vino a liberarnos del pecado, de las cosas que dañan a las personas. Su autoridad está en que viene a sanar y no a juzgar.
Julián Escobar.


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