18 de enero de 2019 Viernes Mc 2, 1-12
Jesús cura a un paralítico. Sentimos pena por los que sufren parálisis de todo el cuerpo, o de una mano, o de una parte del cuerpo, o como aquel dentista que cortó el nervio facial a un joven provocando la parálisis de una parte de su cara, etc. Pero Jesús nos cura una parálisis, la espiritual, que es producido por el pecado. ¡Todo pecado es un impedimento a hacer el bien! Santo Tomás de Aquino dice: “la devoción es propensión a hacer el bien”. Quien está cerca de Cristo está en gracia y su deseo y esfuerzo es hacer el bien. Quien está lejos de Cristo, lejos de su gracia, se siente paralizado para hacer el bien. Jesús dijo: “Tus pecados son perdonados”. Y el paralítico quedó curado. La persona que se arrepiente de sus pecados y se reconcilia con Dios, es una persona que se pone en pie y camina alegre con Cristo.
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