14 de marzo de 2019. Juzgar por los frutos buenos

Mateo 7, 7-12 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.

Un lector asiduo de las crónicas escandalosas que atacan a la Iglesia murmuraba constantemente de los sacerdotes católicos. Su vecino, un jardinero que ya estaba de chismografías hasta las narices, le llevó un día al jardín, donde había un manzano, y le enseñó la fruta caída que había en el suelo.
- ¿Ves estas manzanas? ¿Por qué han caído?
- Porque estaban dañadas.
- Pues bien: si debajo de mi árbol hay algunas frutas dañadas, ¿crees tú que también han de serlo las otras y que el manzano no vale nada? Créeme, amigo, en toda sociedad hay miembros malos. La Iglesia es la sociedad más grandiosa que hay en el mundo: un árbol maravilloso. Pero no hay que juzgarla por los frutos caídos, sino por los que quedan en el árbol. Como en una misma familia, hay buenísimos y hay alguno regular.

- ¿Usted es bueno o regular?
- ¿Es usted un criticón?
Julián Escobar.


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