18 de noviembre de 2019
¿El vestido no hace al “monje”?
Pasé a una iglesia, el sacerdote que celebraba iba en mangas de camisa, vaqueros y una estola. Las dos jóvenes que hicieron las lecturas vestían diminutos pantalones cortos y semiblusas… ¿qué pensar? ¿Es que las vestimentas litúrgicas están tan enrudecidas que gritan rejuvenecimiento?
“El hábito no hace al monje”, pero sí revela quienes somos y lo que queremos transmitir. ¿Qué diríamos de un juez que en el tribunal estuviese en mangas de camisa? Ya sabemos que lo que somos, somos con vestimentas de rey o de mendigo, pero repito: el hábito no es para cubrir sino para revelar. ¡No hay que banalizar ni el lenguaje verbal ni el del vestido!
Es importante toda clase de lenguaje, así que al levantarse por la mañana debe usted proponerse “no desagradar” ni de palabra ni de vestimenta. ¡Agradable a los oídos, agradable a la vista! Y si es usted de cierta edad, eso no es licencia para decir ni ir vestido “como le dé la gana”.
Pasé a una iglesia, el sacerdote que celebraba iba en mangas de camisa, vaqueros y una estola. Las dos jóvenes que hicieron las lecturas vestían diminutos pantalones cortos y semiblusas… ¿qué pensar? ¿Es que las vestimentas litúrgicas están tan enrudecidas que gritan rejuvenecimiento?
“El hábito no hace al monje”, pero sí revela quienes somos y lo que queremos transmitir. ¿Qué diríamos de un juez que en el tribunal estuviese en mangas de camisa? Ya sabemos que lo que somos, somos con vestimentas de rey o de mendigo, pero repito: el hábito no es para cubrir sino para revelar. ¡No hay que banalizar ni el lenguaje verbal ni el del vestido!
Es importante toda clase de lenguaje, así que al levantarse por la mañana debe usted proponerse “no desagradar” ni de palabra ni de vestimenta. ¡Agradable a los oídos, agradable a la vista! Y si es usted de cierta edad, eso no es licencia para decir ni ir vestido “como le dé la gana”.
Julián Escobar.
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