17 de marzo de 2020
Evangelio (Mt 18,21-35):
Movido a compasión, le perdonó la deuda.
«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» (Mt 18,21). A Pedro le parece que siete veces ya es mucho. Pedro resulta todavía espléndido, si lo comparamos con el hombre de la parábola que, cuando encontró a un compañero suyo que le debía cien denarios, «le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’» (Mt 18,28), negándose a escuchar su súplica y la promesa de pago. La parábola dice: «Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda» (Mt 18,27). La parábola pone el acento en el estilo de Dios a la hora de otorgar el perdón. Se dejó enternecer repentinamente por su petición compungida y humilde: «Postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré’. Movido a compasión...» (Mt 18,26-27).
Un autor decía: Con las piedras que encuentres en tu camino, sé delicado y llévatelas y, si no las puedes cargar a hombros como hermanas, al menos, déjalas atrás como amigas. No te desesperes por lo que no puedes cambiar, pero esfuérzate en superarte cada día más.
Mírate al espejo y mira a Jesús que está detrás de ti. Tiene las manos sobre tus hombros y te sonríe. Y te dice: Perdónate a ti mismo de todo lo malo que has hecho en tu vida. Yo ya te he perdonado hace mucho tiempo. Y acéptate como eres, con todas las cosas que no te gustan, porque para mí eres la persona más maravillosa del mundo y te amo con todo mi infinito amor, porque tú eres mi hijo querido.
Movido a compasión, le perdonó la deuda.
«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» (Mt 18,21). A Pedro le parece que siete veces ya es mucho. Pedro resulta todavía espléndido, si lo comparamos con el hombre de la parábola que, cuando encontró a un compañero suyo que le debía cien denarios, «le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’» (Mt 18,28), negándose a escuchar su súplica y la promesa de pago. La parábola dice: «Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda» (Mt 18,27). La parábola pone el acento en el estilo de Dios a la hora de otorgar el perdón. Se dejó enternecer repentinamente por su petición compungida y humilde: «Postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré’. Movido a compasión...» (Mt 18,26-27).
Un autor decía: Con las piedras que encuentres en tu camino, sé delicado y llévatelas y, si no las puedes cargar a hombros como hermanas, al menos, déjalas atrás como amigas. No te desesperes por lo que no puedes cambiar, pero esfuérzate en superarte cada día más.
Mírate al espejo y mira a Jesús que está detrás de ti. Tiene las manos sobre tus hombros y te sonríe. Y te dice: Perdónate a ti mismo de todo lo malo que has hecho en tu vida. Yo ya te he perdonado hace mucho tiempo. Y acéptate como eres, con todas las cosas que no te gustan, porque para mí eres la persona más maravillosa del mundo y te amo con todo mi infinito amor, porque tú eres mi hijo querido.
Julián Escobar.
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