29 de marzo de 2020
Evangelio (Jn 11,1-45)
Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.
Jesús resucita a un difunto, muerto desde hacía cuatro días. Jesús dice a Marta que Él es la «resurrección» y la vida (cf. Jn 11,25). A todos nos pregunta: «¿Crees esto?» (Jn 11,26). ¿Creemos que en el bautismo Dios nos ha regalado una nueva vida? Dice san Pablo que nosotros somos una nueva criatura (cf. 2Cor 5,17).
Esta resurrección es el fundamento de nuestra esperanza, que se basa no en una utopía futura, incierta y falsa, sino en un hecho: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado!» (Lc 24,34). Jesús manda: «Desatadlo y dejadle andar» (Jn 11,34). La redención nos ha liberado de las cadenas del pecado, que todos padecíamos. Decía el Papa León Magno: «Los errores fueron vencidos, las potestades sojuzgadas y el mundo ganó un nuevo comienzo. Los cristianos estamos llamados, ya en esta tierra, a vivir esta nueva vida sobrenatural que nos hace capaces de dar crédito de nuestra suerte: ¡siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que nos pida razón de nuestra esperanza! (cf. 1Pe 3,15).
"Un día, el rabino Eglón recibió la visita de un hombre muy religioso, muy rico y muy avaro. El rabino llevó a una ventana. ¿Qué ves? Le preguntó. Veo gente, le respondió el rico. Entonces el rabino lo llevó ante el espejo. ¿Y ahora qué ves? Volvió a preguntarle. Me veo a mí mismo le contestó el otro. El rabino entonces le dijo: Pues, en la ventana como en el espejo, hay un cristal; sólo que el del espejo se halla recubierto por una capa de plata y, a causa de la plata, no se ve el prójimo, si no se ve uno a sí mismo."
Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.
Jesús resucita a un difunto, muerto desde hacía cuatro días. Jesús dice a Marta que Él es la «resurrección» y la vida (cf. Jn 11,25). A todos nos pregunta: «¿Crees esto?» (Jn 11,26). ¿Creemos que en el bautismo Dios nos ha regalado una nueva vida? Dice san Pablo que nosotros somos una nueva criatura (cf. 2Cor 5,17).
Esta resurrección es el fundamento de nuestra esperanza, que se basa no en una utopía futura, incierta y falsa, sino en un hecho: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado!» (Lc 24,34). Jesús manda: «Desatadlo y dejadle andar» (Jn 11,34). La redención nos ha liberado de las cadenas del pecado, que todos padecíamos. Decía el Papa León Magno: «Los errores fueron vencidos, las potestades sojuzgadas y el mundo ganó un nuevo comienzo. Los cristianos estamos llamados, ya en esta tierra, a vivir esta nueva vida sobrenatural que nos hace capaces de dar crédito de nuestra suerte: ¡siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que nos pida razón de nuestra esperanza! (cf. 1Pe 3,15).
"Un día, el rabino Eglón recibió la visita de un hombre muy religioso, muy rico y muy avaro. El rabino llevó a una ventana. ¿Qué ves? Le preguntó. Veo gente, le respondió el rico. Entonces el rabino lo llevó ante el espejo. ¿Y ahora qué ves? Volvió a preguntarle. Me veo a mí mismo le contestó el otro. El rabino entonces le dijo: Pues, en la ventana como en el espejo, hay un cristal; sólo que el del espejo se halla recubierto por una capa de plata y, a causa de la plata, no se ve el prójimo, si no se ve uno a sí mismo."
Julián Escobar.
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