24 de abril de 2020 Viernes II de Pascua

Evangelio: Jn 6,1-15.
Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban.

Al contemplar esos “signos de los tiempos”, no queremos pasividad (pereza, languidez por falta de lucha...), sino esperanza: el Señor, para hacer el milagro, quiere la dedicación de los Apóstoles y la generosidad del joven que entrega unos panes y peces. Jesús aumenta nuestra fe, obediencia y audacia, aunque no veamos enseguida el fruto del trabajo, como el campesino no ve despuntar el tallo después de la siembra. «Fe, pues, sin permitir que nos domine el desaliento; sin pararnos en cálculos meramente humanos. Para superar los obstáculos, hay que empezar trabajando, metiéndonos de lleno en la tarea, de manera que el mismo esfuerzo nos lleve a abrir nuevas veredas» (San Josemaría)

Luis VEUILLOT (1813-1883), el gran periodista católico francés, compuso para su propio epitafio:
“Después de la oración final, colocad sobre mi tumba una pequeña cruz, y en memoria mía no escribáis sobre la lápida sepulcral más que esto: “Creyó y ahora ve”

¿Te alimentas del amor, la alegría y esperanza
que la resurrección trae?.

Julián Escobar.


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