24 de febrero de 2024

Muerte. Tal vez hayas asistido alguna vez a la proyección de un video en casa de un amigo que quiere mostrarte lo mucho que ha disfrutado en su último viaje por el Caribe. De repente, para hacerse el gracioso, da el interruptor y la cinta se detiene; en la pantalla queda la imagen congelada en su acción: Una expresión bobalicona, un ceño fruncido, una ingenua sonrisa... Resulta cómico y todo el mundo se ríe. Sin embargo, no nos entrará la risa cuando Dios interrumpa la cinta de nuestra vida y quedemos captados para siempre en nuestra fealdad o en nuestra hermosura. Por eso debemos estar preparados, en gracia, para recibir a la muerte, que es un cambio de casa. Por eso repetía Jesús: Velad y orad, porque no sabéis el día ni la hora.

¿Eres consciente de que Jesús puede que te llame en cualquier momento? ¿Y de que vale la pena morir bien porque comparado con la tierra el cielo dura infinitamente más?

La oración

El hombre es el otro yo de Dios. Nos ha elevado para poder hablar y compartir con nosotros sus alegrías, sus generosida des, sus grandezas. Qué interlocutor más divino. ¡Cómo es posible que los hombres podamos vivir sin orar! ¡Cómo es posible que el hombre pueda pasarse toda su vida sin pensar en Dios! ¡Tener vacía esa capacidad de lo divino y no llenarla nunca!

- ¿Es la oración la puerta de cada día y la llave de cada noche?

- ¿No crees que si oraras vivirías con más optimismo y más alegría?

Ama. No sólo al que te lo pone fácil, sino a quien más te cuesta amar. 

Julián Escobar.


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