16 de mayo de 2024
Si dices basta, ya estás perdido. No te detengas, avanza siempre; no vuelvas hacia atrás, no te desvíes. En este camino, el que no adelanta, retrocede (Sermo 169, 18). También nos invita a caminar cantando, es decir, con amor, a pesar de las dificultades, pues lo más importante es el amor. Dice: Canta y camina. Avanza siempre en el bien. Si tú progresas y adelantas, caminas; pero progresa en el bien, progresa en la fe, progresa en las santas costumbres. Canta y camina. No te extravíes, no te vuelvas atrás, no te detengas (Sermo 256, 3).
San Agustín: La humildad es propia de los grandes; la soberbia, en cambio, es la falsa grandeza de los débiles. El humilde no puede dañar, y el soberbio no puede no dañar (Sermo 353, 2). Y aconsejaba: Tú, haz lo que puedas, pide lo que no puedas y Dios te dará para que puedas (De nat et gr 43, 50). ¡Oh amor, que siempre ardes y nunca te apagas! Amor, Dios mío, abrásame, ¿Mandas continencia? Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras (Conf 10, 29, 40). Haz Señor, Dios mío, que te comprenda y te ame (De Trin 18, 28, 51). Oh Señor, te amo y, si es poco, haz que te ame más intensamente (Conf 13, 8, 9). Cuán tarde te conocí, hermosura tan antigua y tan nueva, cuán tarde te conocí. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Llamaste y clamaste y rompiste mi sordera; brillaste, resplandeciste y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y ahora suspiro por Ti y siento hambre y sed de Ti (Conf 10, 27, 38). Nos hiciste, Señor para Ti y nuestro corazón está insatisfecho hasta que descanse en Ti (Conf 1, 1, 1). Por ello, sólo orando de verdad, amando sin cesar, llegaremos a Dios y encontraremos la felicidad, que es el gozo de la verdad (Conf 10, 23, 33).
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