31 de mayo de 2025 Ser luz y sal por las almas
Jn 14,6-14. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.
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Esperamos todo porque creemos, y la fe mueve montañas. Esperamos y creemos porque amamos, y el amor mueve estrellas y corazones.
Un sacerdote católico, al darse cuenta de que los universitarios de color eran atraídos y conquistados por sectas no católicas y por masones, comprendió la necesidad de una labor exquisita y se dio a ella con todas sus fuerzas y con todos los medios a su alcance.
Muchísimo logro el sacerdote en este sentido. Tanto, que sus adversarios se alarmaron y escogieron un chino muy inteligente para que destruyera toda la labor del sacerdote.
El chino fue a este para que le instruyera en la religión católica, pero fue sincero desde un principio y le dijo claramente que él quería instruirse para así poderle atacar mejor y así poder destruirlo.
Puesta la confianza en Dios, se avino el sacerdote a este contrato. Pero en seguida fue a ver a una joven enferma y le suplico que ofreciera todos sus dolores a favor de un chino. Cada día este iba a instruirse en la religión cristiana, cada día el sacerdote telefoneaba a la enferma y cada día aumentaba los dolores de esta. Un día, a una hora desacostumbrada, se presentó el chino y dijo:
Padre, no puedo más. Quiero recibir el Bautismo, quiero ser católico.
En seguida telefoneo a la casa de aquella enferma para comunicarle esta grata noticia, pero recibió esta contestación: “Acaba de morir”. Eso es ser verdadera luz del mundo y sal de la tierra.
¿Qué haces tú por la conversión de los no creyentes?
¿Crees en la comunión de los cristianos?
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