17 de Febrero de 2018. Sábado Lc 5, 27-32

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Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
El, dejándolo todo, se levantó y le siguió.
Leví le ofreció en su casa un gran banquete. 
Les respondió Jesús: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.».

“¡Lo dejó todo y le siguió!”. 
Mejor enriquecerse para el Cielo que enriquecerse para la tierra.
Jesús hablaba de amor y libertad y encendía el fuego del Amor de Dios en muchos corazones. Quizás san Mateo era uno de ellos y por eso cuando Jesús le dice: “Sígueme”, él lo dejó todo y le siguió, y a partir de entonces fue “recaudador” de almas para el cielo y “Leví” (san Mateo) ofrece una comida en gratitud. Y Jesús come con Leví y los pecadores allí reunidos. Jesús no se contamina, sino que los descontamina del pecado ofreciéndoles el perdón.
Los buenos cristianos, ¿deben guardarse de las malas compañías? San Basilio responde. Entre un cristiano que da sus primeros pasos en la vida de la conversión y otro que ya está fortificado en el camino del bien, existe la misma diferencia que entre una planta joven y un árbol viejo. Que los débiles estén atentos a los amigos que eligen. Que los fuertes en la fe vayan a donar su tesoro en medio de la gente.
- ¿Te influyen los amigos para mal?
- ¿Eres mala influencia?
Julián Escobar.


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