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Mostrando entradas de abril, 2024

30 de abril de 2024

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San Agustín tiene unas frases hermosas. Dice: La voluntad de Dios es que estés sano, algunas veces, otras que estés enfermo. Si la voluntad de Dios es dulce para ti cuando estás sano, y amarga cuando estás enfermo, no eres de corazón perfecto. ¿Por qué? Porque no quieres encauzar tu voluntad a la voluntad de Dios, sino que pretendes torcer la de Dios a la tuya. Se cuenta en la vida de santa Gertrudis, la mística alemana del siglo XIII, que un día estaba en oración y el Señor le dijo: - Gertrudis, dame la llave. - ¿Qué llave, Señor? - La llave de tu corazón. - ¿Para qué, Señor? - Para entrar y salir de tu corazón como y cuando yo quiera. Necesito tu voluntad. Tú, ¿estás dispuesto a entregarle tu voluntad y hacer siempre y en todo la voluntad de Dios? S. Agustín decía: "Cuando amas a los miembros de Cristo amas a Cristo y eres un Cristo amándose a sí mismo" (In ep Io ad parth 3). "El cristiano, hecho Cristo, realiza sus obras en Cristo, ora en Cristo, ama en Cristo, sufre

29 de abril de 2024

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Fulton Sheen en su libro “Vida de Cristo”, que me parece muy apropiada: “ En la historia del mundo sólo se ha dado una vez el caso de que delante de la entrada de una tumba se colocara una gran piedra y se apostara una guardia para evitar que un hombre muerto resucitara de ella: fue la tumba de Cristo en la tarde del viernes que llamamos santo. ¿Qué espectáculo podría haber más ridículo que el ofrecido por unos soldados vigilando un cadáver? Pero fueron puestos centinelas para que el muerto no echara a andar, el silencioso no hablara y el corazón traspasado no volviera a palpitar con una nueva vida. Decían que estaba muerto. Sabían que estaba muerto. Decían que no resucitaría, y, sin embargo, vigilaban...”. ¡Cristo resucitó! Los certificados de la muerte y resurrección serían firmados por los mismos enemigos. Pues los enemigos de Cristo esperaban la resurrección, más que sus amigos. Por eso, sus enemigos vigilaban el sepulcro. Mientras, sus amigos estaban derrumbados en el cenáculo. J

28 de abril de 2024

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Un periodista, se fue un día a visitar unas canteras de piedra, de donde sacaban sillares para construir una catedral. Y le preguntó a un obrero: - ¿Qué hace Ud.? - Estoy sudando la gota gorda, aburrido y cansado, esperando que llegue la hora para irme a mi casa a descansar. Otro respondió: Estoy ganándome el pan para mi familia. Pero el tercero respondió: Estoy construyendo una catedral. Trabaja con espíritu de oración. Estudia las cosas del mundo; es tu deber; pero no fijes en ellas más que un solo ojo, quede el otro clavado en la luz eterna. Escucha a los científicos; pero no más que con un solo oído; ten el otro siempre dispuesto para percibir la dulce voz de tu Amigo celestial. Escribe; pero únicamente con una sola mano; agárrate con la otra a Dios, como el niño al vestido de su padre.  Ampère La Madre Teresa de Calcuta decía; “Señor, acepto lo que me des y te entrego lo que quieras tomar de mí. Señor, soy tuya y, si me haces pedacitos, cada pedacito será para Ti” José Luis Martí

27 de abril de 2024

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¿Cómo será el Cielo? ¿En qué consistirá el cielo durante toda la eternidad? Simplemente veremos a Dios y poseeremos a Dios. En esto consiste la felicidad eterna. Muchos saludos bellísimos hay en el cristianismo; pero ninguno nos emociona tanto como el que dirigimos por última vez a nuestros seres queridos cuando nos separamos definitivamente de ellos: “Dales, Señor, eterno descanso, y brille para ellos la luz eterna”. ¡Luz eterna! Ahí está todo. Donde hay luz, allí hay conocimiento. Donde hay luz eterna, allí es eterno el conocimiento. También acá abajo en la tierra hay luz: la luz de la razón y de la fe. Pero aquí sólo conocemos vagamente a Dios. No nos es dado ver a Dios. Allí le veremos tal como es.  Lo dice San Pablo: “Al presente vemos a través de un espejo, en enigma; más entonces le veremos a Dios cara a cara. Yo no le conozco ahora sino imperfectamente; ahora conozco en parte, más los rescatados, la Ciudad Santa de Dios (Ap 21, 2), “la Esposa del Cordero” (Ap 21, 9). Ya no será

26 de abril de 2024

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Decía san Agustín, que Dios es el Dios del amor y de la felicidad. Él es el Dios feliz que nos hace felices. Y en el libro de las Confesiones nos dice por experiencia propia: Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón está insatisfecho hasta que descansa en Ti (Conf 1,1). Por lo cual, está claro que, cuanto más santos seamos y más llenos estemos de su amor, seremos también más felices, porque el amor de Dios es lo único que nos puede dar la verdadera felicidad. La Escritura nos habla constantemente del deseo de Dios de hacernos felices y de cómo nos trata con amor de Padre. El cielo es la felicidad colmada, la plenitud del amor. San Agustín dice que allí descansaremos y contemplaremos alabaremos: éste será el fin que no tiene fin. No os quedéis pegados a este mundo efímero. No concentréis acá abajo todos vuestros planes y deseos. No sacrifiquéis vuestra herencia celestial por ventajas y goces efímeros, fugaces y terrenales. ¡Cuidado!, que ni el goce de la vida terrena os hechice ni

25 de abril de 2024

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Según Jesucristo, la vida eterna es la casa de su Padre, en la que hay muchas moradas; Cristo nos precede en ella, y allí espera a los hijos fieles. “En la casa de mi Padre hay muchas moradas... Yo voy a preparar un lugar para vosotros. Y cuando vaya, y os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os llevaré conmigo, para que donde Yo estoy estéis también vosotros” (Juan 14,2-3). ¡Con qué sencillez nos habla del cielo! En el cielo reina una alegría indescriptible, una alegría que “ni ojo vio, ni oído oyó, ni pasó por el pensamiento del hombre”. San Pablo (I Corintios 2,9), está alegría no es a la medida de los deseos terrenos: sólo podemos; no podemos formarnos una idea de la misma; únicamente podrán quienes gocen de ella en la Patria ¿Y habrá muchos allí? ¿Quiénes estarán? ¿Cuántos entrarán en el cielo? ¡No lo sabemos! Jesucristo nada ha dicho respecto de todo esto. La mayoría de los que no se condenan, podrán entrar inmediatamente después de su muerte en el reino de Dios, otros ant

24 de abril de 2024

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Un Jueves Santo de 1939, cerca del Polo Norte , cuenta el P. Llorente, jesuita de Alaska: “Había una tormenta de nieve fuera de lo común con más de 40 grados bajo cero. Me preparé para celebrar la misa yo solo en nuestra pequeña capilla. De pronto, oigo un toque a la puerta. Era una mujer esquimal de cincuenta años totalmente cubierta de nieve, pues venía de lejos, que me dice: Padre, no podía resistir y me eché a la calle, confiando en Jesús. No quería perderme la comunión en este día. Me he extraviado varias veces por el camino y creí que iba a morir en algún ventisquero; pero me encomendé a Dios y luego torcí por el camino y no sé cómo, de repente, me encontré a la puerta de la Iglesia. Todo lo hice por comulgar”. ¿Estarías tú dispuesto a exponer tu vida por amor a Jesús Eucaristía? En la guerra civil española (1936-39), sorprendieron a un niño de 11 años, llevando la comunión a los enfermos. Y, por no dejarse arrebatar las hostias ni renegar de su fe, lo mataron. El pequeño má

23 de abril de 2024

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Los Evangelios; ¡cuántas veces y de cuántas maneras habla Nuestro Señor Jesucristo de la felicidad del Cielo! En una ocasión dice a sus discípulos que quien hace un sacrificio por amor a Él y por su nombre, “recibirá cien veces más en bienes de más valor y poseerá la vida eterna” (Mateo 19,29). En otra ocasión les profetiza que sufrirán persecuciones a causa de Él; pero “alegraos entonces y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos” (Mateo 5,12). Veamos qué dice en relación con el atesoramiento de los bienes de la fortuna. “No amontonéis riquezas en la tierra, donde la polilla y herrumbre las destruyen, y donde los ladrones las desentierran y roban; sino atesorad para vosotros tesoros en el cielo, donde ni la polilla y la herrumbre los destruyen, ni los ladrones las desentierran y roban” (Mateo 6,19-20). Además ¡en cuántas parábolas, de cuántas maneras, habló el Señor de la felicidad eterna! A veces la llama “casa del Padre” (Juan 14,2), en otras la compara al pal

22 de abril de 2024

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Según la enseñanza de la Iglesia existe para las almas de los difuntos un lugar de sufrimiento purificador durante un limitado espacio de tiempo: es el Purgatorio . El cristianismo profesa esta fe desde tiempos remotísimos; la Sagrada Escritura y la santa tradición lo pregonan al unísono. Leemos la Biblia que Judas Macabeo, “habiendo recogido en una colecta que mandó hacer, doce mil dracmas de plata, las envió a Jerusalén, a fin de que se ofreciese un sacrificio por los pecados de los difuntos” (II Macabeos 12,43). Es, pues, un acto de caridad rogar por los difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados, dice más adelante el autor sagrado (II Macabeos 12,46). Por tanto, consta ya en el Antiguo Testamento la creencia de que existe un lugar, donde es posible satisfacer después de la muerte y lograr el perdón; y más todavía, se afirma que los vivos pueden rogar por estas pobres almas y ofrecer por ellas sacrificios. Sin la fe en el Purgatorio no tendrían sentido las muchas

21 de abril de 2024

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No se puede hablar sin emoción de los recuerdos que dedica San Agustín a la muerte de su madre, Santa Mónica. Agustín y su hermano Navigio están junto a su madre moribunda. Navigio sufre porque su madre tenga que morir en el extranjero y no en su patria. Pero Mónica, agonizante, les dice: “Sepultad mi cuerpo en cualquier lugar. No os preocupéis de él. No os pido más que una sola cosa: que os acordéis, de mí ante el altar del Señor, en cualquier lugar en que os encontréis” (Confesiones 50, 9, c. 11). ¡Palabras, verdaderamente cristianas! ¡Ojalá sea también el primer pensamiento que se nos ocurra con respecto a nuestros difuntos: recordarlos ante el altar del Señor! Cuántas flores y coronas envían los hombres a los entierros —lo cual es una cosa hermosa—, pero esto es más bien consuelo de los que se quedan; al muerto no le aprovechan de nada. Lo que realmente le sirven son nuestras oraciones, nuestras buenas obras, las misas que hacemos celebrar por él Carlos V, rey de España, puso en c

20 de abril de 2024

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Hay que estar plenamente convencidos de que, quienes prescinden de la Eucaristía, no pueden alcanzar las más elevadas cumbres de la santidad, a las que han llegado tantos y tantos santos católicos, que han centrado su vida y su amor en el Cristo del sagrario. Podemos decir con seguridad y firmeza que la Eucaristía es el lugar privilegiado de nuestro encuentro con Dios, es el lugar más importante, más deslumbrante y emocionante para encontramos con El. No puede haber en el mundo presencia más importante de Dios que la que tiene lugar a través de Jesús Eucaristía. Éste es el lugar de máxima cercanía con Dios. Allí lo encontramos más cercano y amigo de los hombres. Por ello, la Eucaristía es el mayor medio de santificación que pueda existir para el hombre, que quiere amar a Dios con sinceridad de corazón. Jesús desde el sagrario te está diciendo: “Te he amado desde toda la eternidad” (Jer. 31,3). “Tú eres precioso a mis ojos, muy querido y YO TE AMO... No tengas miedo, porque yo estoy co

19 de abril de 2024

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Pongamos el caso peor: He vivido como si existiera el otro mundo. Me he esforzado por ser honrado, por ser íntegro y por vivir con rectitud moral, sin dejarme sobornar ni corromper. Llega la muerte. Y resulta que nada existe después. ¿Qué pierdo en este caso? Lo más que he podido perder ha sido la alegría discutible de los pecaminosos goces terrenos; pero aun así he disfrutado del sentimiento estimulante que acompaña al hombre que camina por las sendas de la honradez. Y, si hay otro mundo, entonces lo he ganado todo. Mas veamos el otro caso: He vivido como si no existiera el más allá; he sorbido frívolamente los goces pecaminosos que puede ofrecer la vida. Muero. Y, entonces, se pone de manifiesto que no hay nada más allá de la muerte. ¿Qué he ganado entonces? Las alegrías engañosas, que hace tiempo pasaron, de los goces dañinos. ¿Y si resulta que hay un más allá? ¿Qué he perdido entonces? Ah, entonces lo he perdido todo. ¡Todo! ¡Para siempre! “No moriré del todo”, escribió Horacio,

18 de abril de 2024

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Supongamos que un buen día se apareciera Jesús de nuevo en la tierra y fuera predicando y haciendo milagros por pueblos y ciudades. ¿No sería soberbia de nuestra parte decir: yo ya tengo a Cristo en mi corazón y no necesito nada más? Una cosa es decir “creo en Cristo” y “amo a Cristo” y otra cosa es la plenitud de vida con El, que se logra con más facilidad e intensidad a través de la unión con El en la comunión eucarística. Y, sin embargo, nuestros hermanos separados hablan mucho de Cristo, pero no tienen a Cristo completo, pues les falta esta dimensión humana de Jesús; ya que, en nuestra alma, está sólo Cristo como Dios y no como hombre, y debemos ir a la Eucaristía para poder unir nuestra humanidad con la suya y por ella unirnos a la Trinidad. La Vble. María Celeste Crostarosa, afirmaba: “La humanidad de Cristo es siempre la puerta para entrar a Dios... Nadie puede olvidarse de ella por muy sublime que sea el grado de unión con Dios que haya alcanzado”. Y le daba tanta importancia a

17 de abril de 2024

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Una vez, alguien le dijo a Sta. Teresa: Si yo hubiera podido vivir en tiempo de Jesús y hubiera podido hablar con El y tocarlo y verlo... mi vida hubiera sido diferente. Y ella respondió: ¿Pero es que no tenemos en la Eucaristía al mismo Jesús? ¿Para qué buscar más? Por eso, S. Pedro Eymard decía: “Ahí está Jesús. Por tanto, todos debemos ir a visitarlo diariamente”. Muchas veces, me he preguntado qué sería del mundo sin la Eucaristía, sin el amigo, Dios y hombre, Cristo Jesús. Yo, personalmente, después de haber podido disfrutar de su presencia gloriosa en este sacramento, sentiría que me faltaba algo, nuestras iglesias me parecerían vacías sin esa presencia sublime de Jesús Eucaristía. Nadie me podría llenar ese vacío ni con toda su oratoria ni con toda su oración. Por eso, ¿qué podemos decir a quienes no aceptan a Cristo Eucaristía? Ellos son como aquellos esposos que sólo quisieran amarse por teléfono por creer que no necesitan de su presencia física. Así son todos los que creen

16 de abril de 2024

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Sta. Teresa de Jesús nos dice que podemos dejar a un lado las imágenes de Jesús, cuando estemos delante de Él , vivo y presente en la Eucaristía. Dice así: “No veis que es bobería dejar en aquel tiempo la imagen viva y la misma persona para mirar al dibujo? ¿No lo sería, si tuvieseis un retrato de una persona que quisiereis mucho y la misma persona os viniese a ver dejar de hablar con ella y tener toda la conversación con el retrato? ¿Sabéis para cuándo es bueno y santísimo y cosa en que yo me deleito mucho (tener imágenes)? Para cuando está ausente la misma persona, entonces es un gran regalo ver una imagen de N. Señora o de algún santo, a quien tenemos devoción, cuánto más la de Cristo... Desventurados estos herejes que carecen de esta consolación... Pero, acabando de recibir al Señor teniendo la misma persona delante, procurad cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma y miraos al corazón” (CP 61,8). Y, sin embargo, ¡cuántos católicos prescinden fácilmente de las bendiciones de

15 de abril de 2024

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La palabra “Cristo”, que quiere decir ungido, o Jesús, que quiere decir Salvador, nos está hablando de su humanidad; pues para salvar y ser ungido tuvo que hacerse hombre y tomar nuestra naturaleza humana. Él quería ser amigo de los hombres para que pudiéramos sentir el calor de su mano, la dulzura de su voz, el amor de su corazón... Para que pudiéramos sentirlo cercano y no le tuviéramos miedo. Por eso, ahora esconde su divinidad bajo las apariencias de un poco de pan. Él es el “Emmanuel”, que quiere decir, Dios con nosotros (Mt 1,23; Is 7,14). Él es “el mediador de la nueva alianza” (Heb 12,24), es decir el puente entre la humanidad y la divinidad. Pero sólo es mediador en cuanto hombre, como dice S. Agustín (C. de Dios 11,2). Por esto, S. Pablo nos dice con toda claridad: “Uno es Dios y uno también es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús” (1 Tim 2,5). Aquí recalca Pablo la palabra el hombre Cristo Jesús para que no prescindamos de su humanidad y no busquemos
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A Él se le dio “el señorío, la gloria y el imperio, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron y su dominio es dominio eterno, que no acabará, y su imperio es imperio que nunca desaparecerá” (Dan 7,14). Y el Padre “lo exaltó y le otorgó un Nombre sobre todo Nombre, de modo que, al Nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y en el abismo y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre” (Fil 2,9-11). Si lo viéramos en todo su poder divino, como los apóstoles el día de la transfiguración, sentiríamos miedo ante la grandeza de su divinidad. S. Juan en el Apocalipsis nos cuenta que “así que lo vi caí a sus pies como muerto; pero Él puso su diestra sobre mí y me dijo: No temas, yo soy el primero y el último, el viviente que fui muerto y ahora vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y del infierno” (1,17-18). Y, sin embargo, a pesar de su inmensidad y majestad divina, no quiere que le tengamos miedo. Y se ha

13 de abril de 2024

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CICERÓN compuso todo un libro “Sobre la inmortalidad del alma”. Y en otra de sus obras escribió esta profunda observación psicológica: “ La prueba más grande de que la misma naturaleza reconoce tácitamente la inmortalidad, es que todos se preocupan muchísimo de lo que habrá después de la muerte... ¿Qué debieron de pensar todos aquellos grandes hombres que murieron por la patria? ¿Acaso pensaron que al perder su vida terrena también se perdería su nombre para siempre? Sin la gran esperanza de que más allá de la muerte perdura la vida, ninguno de ellos hubiese ido a la muerte por su patria. En el alma está arraigado —no sé cómo— el presentimiento de los siglos venideros, sobre todo en las personas de espíritu profundo. Si quitásemos este presentimiento, ¿quién sería tan necio que quisiera vivir permanentemente en medio de fatigas y peligros? Si por una parte el sentir general es la voz de la naturaleza, y por otra parte todos concuerdan en afirmar que hay algo que perdura en los que deja

12 de abril de 2024

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Una vez un niño se fue delante del sagrario con toda su inocencia y le ofreció a Jesús una flor, que acababa de recoger de su jardín. Y Jesús se sintió emocionado por ese gesto de cariño. Y le dijo: - Déjame todo. El niño se extrañó de escuchar la voz de Jesús, pero Jesús le volvió a insistir: - Déjame todo. El niño no sabía qué dejar, porque no tenía más que la ropa puesta. Entonces el niño preguntó: - Señor, ¿qué quieres que te deje? - Quiero que me des todo tu corazón.  El niño se emocionó y le dijo que se lo daba, porque quería hacerlo siempre feliz. Y ese niño llegó a ser sacerdote para darle de verdad todo su corazón, pues Jesús no quiere sólo flores y besos o cosas materiales, quiere sobre todo nuestro corazón, es decir, todo nuestro amor. Existe una imagen mariana del siglo VI, procedente de Rusia: María está erguida en un mar de rayos; y en su pecho, en el sitio de su corazón, se dibuja Cristo, como sol, como hostia rodeada de haces de luz. ¿Qué es lo que quiere expresar? Que

11 de abril de 2024

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Con cuánta verdad escribió el célebre físico Rober Mayer: “ La fe en la vida eterna del alma fue lo que de verdad me consoló cuando tuve la mano fría de mi madre moribunda entre las mías. ” Realmente, la gran sabiduría de la vida es ésta: mirarla desde el punto de vista de la muerte, y mirar la muerte a la luz de la vida eterna. Así, se transforma la muerte en la gran niveladora y la gran orientadora de la vida. Al triste y adolorido le dice: ¡Ten paciencia, ya no durará mucho! Al superficial y frívolo le dice: ¡Cuidado, todo se acaba muy pronto! Al engreído: ¡Espera, espera un poco, ya verás qué será de ti! Y al que lucha con tesón haciendo el bien: ¡Persevera, que al final alcanzarás tu galardón! De esta fe hablan aquellas tumbas de los hombres prehistóricos que con tanto cariño preparaban. El cadáver no era para el hombre prehistórico una cosa despreciable y repugnante, que rápidamente se abandona a la vera del camino; sino que siempre fue objeto de una piadosa solicitud. Aunque no

10 de abril de 2024

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¡Qué alegría ser seguidor de Jesús! Él es “el más bello de los hijos de los hombres” (Sal 45,3). Según la sábana santa de Turín, medía 1,83 m de estatura, musculoso, con rasgos claramente semitas, cabello abundante, que le caía sobre la espalda, con raya al medio, barba corta, ojos grandes y nariz más bien larga y aguileña. Ciertamente que es la belleza personificada y “en sus labios se derrama la gracia” (Sal 45,3). Por ello, podemos decir que es hermoso, infinitamente hermoso, más que el sol, cuando brilla en todo su esplendor (Cf Ap 1,16). Con su porte sencillo, que inspira confianza y, a la vez, majestuoso. Con una voz poderosa y, a la vez, melodiosa, que infunde terror a los fariseos, pero que atrae a los humildes. Con una sonrisa que cautiva a los niños, que irradia ternura a los enfermos, compasión a los pecadores y para todos un inmenso amor.  Así es nuestro Jesús, que nos espera en la Eucaristía. En cada hostia consagrada está realmente presente. Por eso, la Eucaristía es el s

9 de abril de 2024

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Jesús te conoce por tu nombre y apellidos y te ama tal como eres. No necesitas cambiar para que te ame. Por eso, si nadie te quiere, si todos te rechazan, si eres demasiado anciano o enfermo o pobre o ignorante o pecador... Él te ama y te dice: “Hijo mío, tus pecados te son perdonados” (Mc 2,5). “No tengas miedo, porque tú eres a mis ojos de gran precio, de gran estima y yo te amo mucho” (Is 43,4-5). Él vino a sanar a los enfermos, a perdonar a los pecadores, a dar libertad a los oprimidos, a dar amor y paz a los que tienen destrozado el corazón (Cf Lc 4,18; Is 61,1). Por eso, en este momento, respira hondo y sonríe: Jesús te ama. Tu vida está llena de sentido, vale la pena vivir y morir por El. Vale la pena apostarlo todo por El, que espera tanto de ti y cuenta contigo para la gran tarea de la salvación de tus hermanos. Jesús te abre sus brazos con su infinito amor y te dice: Ven a Mí, si estás agobiado y sobrecargado; Yo te aliviaré y daré descanso a tu alma (Cf Mt 11,28). “No tengas

8 de abril de 2024

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Nuestro Amigo Jesús es el amigo que nunca falla. El amigo, especialmente, de los pobres y necesitados, de los enfermos y de los despreciados, en una palabra, de todos los que buscan un consuelo y una razón para vivir. El aprendió en carne propia a sufrir por la incomprensión de los poderosos. Siendo niño tuvo que huir de su país. Más tarde, fue perseguido y encarcelado. Hasta lo consideraron como un blasfemo y profanador del sábado y de las leyes judías establecidas. Algunos lo querían de verdad y lo aclamaban como al Mesías, pero cuatro días antes de su muerte todos lo abandonaron, hasta sus más íntimos amigos. Y se quedó solo ante la cruz. Solamente su madre y el discípulo amado y algunas pocas mujeres lo acompañaron hasta el final. Sin embargo, después de veinte siglos, cada año hay miles y miles de hombres y mujeres que lo dejan todo, familia, patria, bienes... para seguirle sin condiciones, como aquellos sus doce primeros amigos. Él nos enseñó con su vida la más grande y hermosa

7 de abril de 2024

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PASCAL: “El problema de la inmortalidad del alma es tan importante, y nos toca tan seriamente, que tendríamos que perder toda nuestra sensibilidad para permanecer indiferentes ante semejante cuestión. Toda nuestra actividad y nuestro pensar toman una orientación muy diferente según creamos que hay o no bienes eternos. ” Realmente la única cuestión decisiva de toda vida humana es ésta: ¿existe o no el otro mundo? Y esta cuestión no la podemos esquivar. No podemos actuar como el soldado del cuento que, en el combate, en medio de una lluvia de balas, empezó a orar de esta manera: “Dios mío (si es que hay Dios), salva mi alma (si es que hay alma), para que no vaya al infierno (si es que hay infierno); sino que entre en el cielo (si es que hay cielo)”. No podemos vivir con esta gran duda. Debemos estar convencidos de si hay o no vida eterna. Muchos cristianos, jóvenes y mayores, experimentamos en la vida, como los dos de Emaús, momentos de desencanto y depresión. A veces por circunstancias

6 de abril de 2024

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Uno de los santos más grandes y más queridos de la antigüedad cristiana, San Ignacio de Antioquía, discípulo de los Apóstoles y obispo, era llevado a Roma desde el Asia Menor para ser echado a las fieras en el circo. El buen viejo amaba a Jesús de una manera apasionada. Las cartas que escribió durante la travesía a todas las Iglesias donde fondeaba el barco son de una riqueza extraordinaria. Pues, bien; echado al anfiteatro, antes de que fueran soltadas las fieras, se arrodilla el mártir, y exclama: - Nunca se arrancará de mi boca el nombre de Jesús, y en el caso de no poderlo pronunciar, jamás será borrado de mi corazón. Destrozado el cuerpo por las fieras, los cristianos se hacen cargo después de los despojos que quedan, le abren el corazón, y encuentran grabado en él, con letras de oro, el nombre bendito de JESUS. Cuando Pedro, como cabeza de los apóstoles, acepta al centurión Cornelio, fue duramente criticado: - ¿Por qué le has dado el Bautismo? Y Pedro se defiende con una razón tu

5 de abril de 2024

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¿Ha resucitado verdaderamente Cristo? Nuestra Misa dominical lo proclama cada vez con verdadero vigor. Si se leen las Escrituras, ¿quién es el que nos habla, sino el mismo Jesús?... Si el que preside la asamblea nos ilustra con su predicación, ¿no es el mismo Jesús quien nos sigue abriendo la inteligencia para entender la Palabra de Dios? Si se parte el Pan, ¿no es el mismo Jesús el que va repitiendo todavía: Esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre, éste soy yo?. Aquel día, fueron tres mil los que acogieron la Palabra y se hicieron bautizar. La familia de Jesús, inicialmente compuesta por María y José, luego los Apóstoles y santas mujeres, se amplía ahora por la fe y el bautismo… Esta conversión ha de ser continua, como Rabano Mauro dice: «Todo pensamiento que nos quita la esperanza de la conversión proviene de la falta de piedad; como una pesada piedra atada a nuestro cuello, nos obliga a estar siempre con la mirada baja, hacia la tierra, y no nos permite alzar los ojos hacia el Señor».

4 de abril de 2024

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“ El amor auténtico pide eternidad . Amar a otra persona es decirle «tú no morirás nunca» – como decía Gabriel Marcel. De ahí el temor a perder el ser amado. María Magdalena no podía creer en la muerte del Maestro. Invadida por una profunda pena se acerca al sepulcro. Ante la pregunta de los dos ángeles, no es capaz de admirarse. Sí, la muerte es dramática. Nos toca fuertemente. Sin Jesús Resucitado, carecería de sentido. «Mujer: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?» Cuántas veces, Cristo se nos pone delante y nos repite las mismas preguntas. María no entendió. No era capaz de reconocerlo. Así son nuestros momentos de lucha, de oscuridad y de dificultad. «¡María!» Es entonces cuando, al oír su nombre, se le abren los ojos y descubre al maestro: «Rabboni»... Nos hemos acostumbrado a pensar que la resurrección es sólo una cosa que nos espera al otro lado de la muerte. Y nadie piensa que la resurrección es también, entrar «más» en la vida. Que la resurrección es algo que Dios da a todo el qu

3 de abril de 2024

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La primera aparición (Mc 16, 9) estuvo reservada para María Magdalena. El primer anuncio del acontecimiento se hizo a las mujeres. Fueron ellas, fueron unas mujeres las enviadas por Dios a predicar a los apóstoles. Hay muchas interpretaciones alegóricas, sobre esa predilección del Señor, como Eva la que lo perdió… pero otras son reales, pues ellas no le abandonaron, y Jesús mostró su predilección.   Hay como un instinto divino que mueve (cf. Rom 8,14) en una docilidad que es la esencia de la vida en Cristo. Cuando María Magdalena lloraba fuera del sepulcro, se inclina y mira adentro donde están los ángeles (cf. Jn 20,11-13) movida por la caridad de Cristo (cf 2 Cor 5,14), por el divino instinto que le empuja hacia realidades más altas, recordaba S. Tomás, siguiendo a S. Agustín y otros como San Gregorio Magno: «Llorando, pues, María se inclinó y miró en el sepulcro. Ciertamente había visto ya vacío el sepulcro, ya había publicado que se habían llevado al Señor. ¿Por qué, pues, vuelve a

2 de abril de 2024

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La alegría de la resurrección . El Señor ha resucitado de entre los muertos, como lo había dicho, alegrémonos y regocijémonos todos, porque reina para siempre. ¡Aleluya! Se suprimen en este tiempo, estos días de la Octava, los ayunos y otras mortificaciones corporales, como símbolo de esta alegría del alma y del cuerpo. “Estar alegres es una forma de dar gracias a Dios por los innumerables dones que nos hace. Con nuestra alegría hacemos mucho bien a nuestro alrededor, pues esa alegría lleva a los demás a Dios. Dar alegría será con frecuencia la mejor muestra de caridad para quienes están a nuestro lado.  Muchas personas pueden encontrar a Dios en nuestro optimismo, en la sonrisa habitual, en nuestra actitud cordial. Pensemos en la alegría de la Santísima Virgen, “abierta sin reservas a la alegría de la Resurrección; sus hijos en la tierra, volviendo los ojos hacia la madre de la esperanza y madre de la gracia, la invocamos como causa de nuestra alegría” (Pablo VI). Veremos en pascua el

1 de abril de 2024

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Comienzan los 50 días de pascua (de ahí “Pentecostés”), y durante la primera semana leemos relatos de la resurrección. Las cartas apostólicas muestran nuestra fe, la resurrección (p.ej. 1 Cor 15,3-8 sería de la década de los treinta en Palestina, y otros textos son de la liturgia, como los famosos Fil 2, 5s, Col 3 que leíamos ayer y durante toda la pascua...). Los relatos de la resurrección son narrativos y se escribieron después con interés por saber qué pasó. Así vemos los de Emaús, una vez vueltos a Jerusalén, que fueron saludados por los once con este anuncio: “El Señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón” (Lc 24,34). Sería este pasaje –cuenta Ratzinger- el más antiguo texto sobre la resurrección que ha llegado hasta nosotros. Poco a poco, van reuniendo esos textos, como “Cristo murió según las Escrituras”, y “por nuestros pecados”, que relacionan la Alianza y los profetas (como explica Jesús a los de Emaús, que convenía que él sufriera) -“Al amanecer del primer día d