25 de Febrero de 2018. 2 Domingo Cuaresma. ¡Mi llave para entrar en el Cielo! Mc 9, 2-10

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Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús. Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; - pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -.
Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle.» 

Juan de Soto, fue un hermano de la compañía de Jesús, que fue durante toda su vida el sastre de su convento. A la hora de la muerte recibió los últimos sacramentos, y luego pidió la ayuda de cosas que tenía encima de su mesa de costura. La tomó en sus manos, la levantó con sumo respeto, como si fuese algo sagrado, y dijo a los presentes: “Aquí está mi llave para entrar en el Cielo”.
Lo que quería decir es que por su trabajo constante se había hecho digno de llegar al Cielo. Para el sastre la aguja, para el herrero de martillo, para el escritor la pluma… el trabajo bien hecho y sin quejas es camino hacia el Cielo.
- ¿Qué opinan de tu trabajo tus compañeros?
- ¿Ves el trabajo como un castigo?

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La Transfiguración nos recuerda que sólo vemos una pequeña parte del misterio de Jesús, o de cualquier persona. Una doctora (Margarita Peggy de Norteamérica) dice que el 75 % de las mujeres que van a abortar si ven por la pantalla el bebe que llevan dentro, no abortan. ¡Ver con los ojos y con el corazón! San Pablo nos dice: “Si Dios está a nuestro favor, ¿quién estará en nuestra contra”. ¡Confiar en Dios! Abraham confió y todo salió bien.
Con Jesús, subieron al Tabor, Pedro, Santiago y Juan, ¿qué oyeron? “Este es mi hijo amado, escuchadle”. Quien se acerca a Jesús y le escucha se encuentra con el perdón, con la alegría, con la fuerza de la gracia. Si Jesús es el “Hijo amado de Dios” con Él vamos seguros. Cada uno tenemos que recorrer el camino, nadie puede hacerlo por nosotros, pero si seguimos a Jesús, cualquier contrariedad la superaremos, y no olvidemos que el mayor peligro nos viene cuando dejamos a Jesús y nos lanzamos a los extravíos. Si Jesús es el Camino, dejando a Jesús dejamos el camino.
Cierra los ojos, pon en tu mente la imagen que tengas de Cristo. No te preocupes si no lo entiendes del todo, eso mismo les pasó a los discípulos y dile: Ayúdame a estar siempre en tu camino”.
Julián Escobar.


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