¿Real o artificial?
Palabra de Dios
Lc 24, 13-35. - «Quédate con nosotros, porque atardece
y el día va de caída,» Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció
la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
***
Había una vez un barco dentro
de una botella. Aquel barco era feliz, porque creía que, en aquella botella,
estaba encerrado el mundo.
El dueño del barco en la
botella se encariñó con él. Y terminó por hacerse coleccionista de barcos en
botella.
Recorrió tiendas y almacenes,
mercados y mercadillos. Y compró todos los barcos que pudo encontrar. Y, cuando
los tuvo a todos colocados en una repisa, nuestro barco se dio cuenta de que no
todo el mundo se reducía al interior de su botella. Había otros mundos, muchos,
encerrados en otras muchas botellas. Y esto le llenó de preocupación.
Por eso aquel día, los barcos
se decidieron a empujar con todas sus fuerzas con la proa, con la popa, con los
mástiles afilados, hasta que los cristales de todas las botellas saltaron por
los aires a pedazos. Entonces, todos los barcos comenzaron un lento camino
entre los desagües, por las alcantarillas, por los ríos, hasta llegar al mar.
Allí los barcos se llenaron de alegría, allí todo era de verdad, las olas, el
muelle, el puerto, los barcos...
Y, a partir de aquel momento
en que vieron la realidad y aprendieron qué era cada ano y para qué servía cada
cosa, pudieron comenzar una nueva vida, sincera y libre.
¿Hasta qué punto el mundo en que vives es artificial?
¿La alegría de Cristo vive en tu corazón?
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