El escultor en la cantera
Palabra de Dios
Jn 16,20-23ª. La mujer,
cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque
ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza;
pero volveré a veros, y se alegrará
vuestro corazón,
y nadie os quitará vuestra
alegría.
***
Un escultor
fue a las canteras de mármol en Carrara (Italia), y miraba entre los bloques
como si buscase alguna cosa. Le preguntaron qué buscaba. Y contestó: "La
imagen de un santo". Riéndose le decían: "Si quiere ver un santo,
vaya a la iglesia". El escultor se sonrió, pero prosiguió buscando y
volviendo a buscar. Al fin, ante un bloque dijo: "Ahí se esconde".
Adquirió el bloque, lo hizo enviar a su taller de Roma y, al poco tiempo, de
aquella masa informe había salido, como por magia, la estatua de un santo,
perfectísima. Así como un escultor puede convertir cualquier trozo de mármol en
una estatua y un tallador puede sacar una figura de cualquier pedazo de madera,
de todo hombre puede formarse un santo, pues el amor a Dios y a los semejantes
es asequible a todo espíritu humano. Decía San Buenaventura: "El amor a Dios no es privativo de algunas
personas privilegiadas; una sencilla mujer aldeana puede querer tanto a Dios
como el sabio más ilustre". Y por esto vemos que han habido santos de
todas las categorías y rangos sociales.
¿Eres el escultor de ti mismo?
¿Le pides a Dios que te modele?
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