San Bernardo
Palabra de Dios
Jn 15,1-8.
Como el sarmiento
no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
***
San Bernardo, hijo de noble
familia dotado de claro ingenio, se hallaba en la flor de la vida y, todo le
sonreía. Pero se preguntó a sí mismo: ¿Cuánto podrán durar estas cosas? ¿Y por
ellas voy a exponerme para siempre a perder mi alma?, Y resolvió entrar en la
orden del Cister.
Trataron de disuadirle sus
hermanos, pero él fue tan afortunado y elocuente, que llevó consigo a cuatro de
sus hermanos, a un tío suyo y a otros treinta caballeros. Sucedió que el
hermano mayor, al despedirse del menor de todos, Navardo, le dijo:
-Quédate con Dios: nosotros
nos vamos al monasterio y te dejamos heredero de toda nuestra hacienda.
- ¿Cómo? - repuso Navardo -
¿vosotros escogéis el cielo y a mí me dejáis la tierra? No es buena partición.
Y los siguió al claustro.
San Juan Fischer, cardenal y
obispo de Rochester (+1535), ya anciano y decrépito, fue condenado a muerte por
Enrique VIII por no haber firmado lo que el rey, pretendía.
Al salir de la cárcel,
escuálido y extenuado, tenía que esforzarse por andar: pero cuando vio el
patíbulo, donde había de dejar la cabeza, arrojó el bastón en que se apoyaba,
exclamando: ¡Andad, pies míos, que estamos muy poco distantes del paraíso!
¿Caminas hacia el Cielo o la tierra?
¿Obedeces antes a Dios que a los hombres?
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