13 de junio de 2018
Un joven sacerdote de París asistía a un concierto en el Conservatorio. El gran compositor Gounod llegó cuando todos los asientos estaban ocupados. Se levantó el sacerdote y le dijo:
- Maestro, siéntese usted aquí, en mi lugar.
- De ningún modo.
- Hágalo siquiera por su edad - insistió el sacerdote.
- No, no. Acuérdese usted - le replicó Gounod - de una frase de Gregorio XVI. No sé qué personaje, en una audiencia, le dijo: «Santísimo padre, yo soy más viejo que vos.» «¿Más viejo que yo? ¡Pero si yo tengo dieciocho siglos!», repuso el Papa. Como sacerdote, usted tiene dieciocho siglos; no consiento que me ceda el puesto. Los cristianos somos de ayer, de hoy y de mañana.
¿Está usted viviendo el Evangelio y siendo un hombre para la Eternidad?
- Maestro, siéntese usted aquí, en mi lugar.
- De ningún modo.
- Hágalo siquiera por su edad - insistió el sacerdote.
- No, no. Acuérdese usted - le replicó Gounod - de una frase de Gregorio XVI. No sé qué personaje, en una audiencia, le dijo: «Santísimo padre, yo soy más viejo que vos.» «¿Más viejo que yo? ¡Pero si yo tengo dieciocho siglos!», repuso el Papa. Como sacerdote, usted tiene dieciocho siglos; no consiento que me ceda el puesto. Los cristianos somos de ayer, de hoy y de mañana.
¿Está usted viviendo el Evangelio y siendo un hombre para la Eternidad?
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