2 de septiembre de 2018. Domingo Nada te turbe.
¿Se puede gozar de una paz alegre y sosegada pase lo que pase? Según San Francisco de Sales, año 1600, gran maestro del espíritu, enseñaba a cuantos pretendían una vida de paz y de contento interior:
1. La verdadera paz interior no consiste en no encontrar dificultades... sino en superarlas...
2. Suceda lo que suceda, no perdáis jamás vuestra paz interior ¬aun cuando todo se trastorne¬. Porque, ¿qué cosas son de hecho todas las cosas de este mundo, en comparación de la paz del corazón?
3. No permitamos que nuestro espíritu se agite o se inquiete... por cosa alguna.
«Nada te turbe... sólo Dios basta» enseñaba Santa Teresa de Jesús.
Durante el proceso de beatificación que se instruyó en la India sobre el jesuita Francisco Javier –nacido en Navarra, en 1506–, un hombre indio que testificó en el proceso nos dio, nos reveló, con su declaración, el verdadero rostro de san Francisco Javier (Saverio).
El testigo en cuestión declaró:
Que el padre Francisco Javier era tan dado a todos y que esto de darse a todos lo hacía con tanta alegría que:
En su rostro había siempre expresión de contento.
Siempre andaba con la sonrisa en los labios.
Su boca siempre estaba llena de risa.
Su boca estaba llena de la gracia de Dios.
Y conseguía todo cuanto se proponía».
1. La verdadera paz interior no consiste en no encontrar dificultades... sino en superarlas...
2. Suceda lo que suceda, no perdáis jamás vuestra paz interior ¬aun cuando todo se trastorne¬. Porque, ¿qué cosas son de hecho todas las cosas de este mundo, en comparación de la paz del corazón?
3. No permitamos que nuestro espíritu se agite o se inquiete... por cosa alguna.
«Nada te turbe... sólo Dios basta» enseñaba Santa Teresa de Jesús.
Durante el proceso de beatificación que se instruyó en la India sobre el jesuita Francisco Javier –nacido en Navarra, en 1506–, un hombre indio que testificó en el proceso nos dio, nos reveló, con su declaración, el verdadero rostro de san Francisco Javier (Saverio).
El testigo en cuestión declaró:
Que el padre Francisco Javier era tan dado a todos y que esto de darse a todos lo hacía con tanta alegría que:
En su rostro había siempre expresión de contento.
Siempre andaba con la sonrisa en los labios.
Su boca siempre estaba llena de risa.
Su boca estaba llena de la gracia de Dios.
Y conseguía todo cuanto se proponía».
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